POR LA SAGA DE LOS MARINOS CUBANOS (8). Caso: Mujeres a bordo.
Buque de pasaje África-Cuba.
La fecha de integración masiva femenina a nuestra flota, muy bien pudiera afirmarse que ocurriría a partir de 1978. Fue en ese año cuando un numeroso grupo de mujeres se enrolarían en viaje de instrucción a bordo de los buques "África-Cuba" y "XX Aniversario". Coincidí con ambas naves en el puerto de Ámsterdam encontrándome en el buque angolano "N'Gola" y quedé maravillado ante la variedad de muchachas dispuestas a compartir sus vidas con nosotros. Pocos meses más tarde serian distribuidas a razón de una o dos por cada barco nuestro, creo que eran más de cien muchachas.
Vale recordar y tomar nota de este dato; Antes de esa presencia masiva a bordo de nuestras naves, una muchacha llegó a ocupar la plaza de Tercer Oficial a bordo del buque "Frank País" o del "Abel Santamaría". No puedo recordar con exactitud el buque, pero sí que nos conocimos en una escala en Palmas de Gran Canarias en el año 1977. Pido que tomen nota, porque como ella desertó en viajes posteriores, nunca será incluida en la historia de la marina mercante y, fue ella verdaderamente la primera mujer cubana que ocupara la plaza de oficial en una nave cubana. Otra mujer que ya se movía sobre nuestras cubiertas, lo fue aquella negra enfermera que navegó en el buque escuela "José Martí", ambas antes del arribo de aquellas camareras.
Como seres humanos, sus clasificaciones eran muy variadas en cualquiera de sus aspectos, sean físicos o espirituales, edad, belleza, raza, etc. Había de todo, muy jóvenes, hermosas, feas, negras, blancas, mulatas, malas, buenas, y lo más importante, muy pocas "militantes".
Su presencia a bordo trajo consigo cambios muy importantes en la vida de los marinos, les dio a nuestras naves ese toque femenino tan ausente hasta su llegada. Flores adornaron nuestros salones y comedores, la gente era más limpia en su vestir, los camarotes se acostumbraron a estar más ordenados y, nuestro vocabulario fue el más beneficiado de todos. Solo que todos aquellos cambios no se producían por obra y gracia de sus existencias a bordo. El hombre preparaba todas las condiciones para lanzarse al ataque y se protegía inteligentemente de ese mimetismo utilizado en su vida cotidiana.
La presencia de las mujeres a bordo, dio origen a un tipo de problema inexistente hasta esos momentos. El que debía enfrentar la oficialidad cuando no formaba parte de él, una situación muy difícil de evitar. Mujeres, marinos y oficiales son seres humanos afectados por igual a las mismas situaciones extremas que vivían en su momento. La más grave de todas esas condiciones lo fue y será, de acuerdo a nuestra idiosincrasia, la abstinencia sexual. Situación muy superada en nuestras mentes a cualquier estado de hambruna, galernas, guerras, faltas de pago, etc.
Sufriendo por igual estas anormalidades, no quedaban exentos de cometer errores todos los hombres a bordo, inclúyase a capitanes, oficiales, marinería y hasta las propias mujeres. Solo que ellas al encontrarse en minoría, era muy sencillo identificarla como la victima de infinidad de abusos o atropellos. Luego de extenderse el periodo de navegación más allá de los tres meses, el acoso, asedio, emboscadas, trampas y cualquier tipo de abuso existente, enfilaban sus disparos hacia estas mujeres. Tampoco voy a excluir los errores cometidos por una minoría de ellas y que dieron origen a una inmerecida fama. Lo cierto es que, en algunos casos, las camareras se vieron obligadas a cerrar con llave los pantries cuando iban a fregar ante el asedio sufrido por los pretendientes a sus favores sexuales. Vale recordar de paso que una camarera fue asesinada a bordo de una de nuestras naves, estaban atracados en Polonia y el autor fue un tripulante obsesionado con la víctima.
Como manifesté con anterioridad, este tipo de problemas fue una novedad para el mando de los buques. Se complicaba aún más cuando algunos personajes de ese mando eran protagonistas de la situación, que tampoco fueron pocos. ¿Cómo exigir disciplina en esos casos, si uno de los involucrados era el Capitán u otro oficial? No resultaba sencillo para un simple Primer Oficial, si de paso, no militaba en el partido comunista. Cualquier medida adoptada se enfrentaría con la oposición y complicidad de varios personajes a bordo. Indudablemente, el partido siempre trataría de proteger a sus miembros y la mayor parte de las veces el Capitán era uno de ellos.
Un ejemplo de lo antes mencionado ocurrió a bordo del buque "Aracelio Iglesias" y la víctima era la doctora. Ella viajaba como pareja del Segundo Maquinista, más tarde formaron un matrimonio. El Capitán se encaprichó en tener relaciones con ella y al ser rechazado por el compromiso que mantenía, me pidió que le hiciera una mala evaluación. ¡Por supuesto que no me hice cómplice de ese acto de bajeza! Le hice su evaluación como ella merecía y les advertí que no aceptaran otra diferente, ambos eran amigos míos.
A bordo del buque "Otto Parellada", vi como el Jefe de Máquinas y Segundo Maquinista sobrecargaban de trabajo al Tercer Maquinista. El propósito buscado era mantenerlo ocupado todo posible en el departamento de máquinas y disponer de tiempo para asediar a la camarera con la que tenía relaciones matrimoniales. Historias tan miserables como estas abundan y no puedo traerlas todas.
Estando atracados en el dique de Barcelona, el Primer Oficial Wilfredo Tamayo le propinó tal golpiza a una camarera a bordo que casi le desfiguró el rostro. La medida adoptada fue la de sancionarlo a Segundo Oficial por el resto del viaje y a la camarera la mandaron para Cuba en otro barco. Como pueden observar, las medidas en contra de la víctima fueron superiores a las aplicadas al victimario.
Mucho más complicado resultaba navegar cuando el Capitán, Sobrecargo y Jefe de Máquinas mantenían esas relaciones extramaritales con carácter oficial. El peor de los casos resultaba cuando se trataba del Capitán y una mujer picara u oportunista que se aprovechaba de eso. El hombre le concedía tantos privilegios, que en varias naves eran identificadas como "La Primera Dama" o "La Capitana". En estas situaciones, aquellas mujeres podían ser consideradas "intocables" y actuaban a su antojo mientras no encontraban la horma de su zapato. Actuaban y disponían a su antojo, amparadas en las relaciones que mantenían a bordo. ¿Eran ellas las culpables? ¡Absolutamente, no! Los culpables fueron los capitanes, oficiales y sobrecargos que lo permitieron en complicidad con las organizaciones a bordo y el resto del mando timorato que no las situó en su lugar. Yo fui beneficiado por la compañía de tres de esas mujeres a bordo y nunca les otorgué privilegio alguno. Les exigía y tenían que ser como el resto de los tripulantes en el cumplimiento de su trabajo. Una de ellas ocupaba la plaza de sobrecargo y las otras dos viajaban como camareras.
Las condiciones de trabajo de esas mujeres no eran nada sencillas, viajaban en medio de una jauría de fieras sedientos por sexo cuando las navegaciones eran muy extensas. En mi caso particular, prefería navegar sin ellas a bordo, aun con todas las ventajas que representaban para todos nosotros. En esas circunstancias, los viajes eran menos problemáticos y reafirmo lo que he manifestado en otras oportunidades, no eran ellas las culpables, éramos nosotros los que no asumíamos el verdadero rol de hombres.
Vale la pena hablar también de aquellas víctimas, porque algunas no lo fueron tanto, tampoco se puede generalizar. Las relaciones de ellas, como las de cualquier ser humano, estaban inspiradas en la selección que existe entre seres humanos y animales. Ese sería un principio muy importante para justificar la existencia de aquellas relaciones. Sin embargo, no siempre fue así, no todas las relaciones estaban fundamentadas en la atracción física o sentimental, y eso, lo saben todas ellas, solo que nadie ha tratado este tema a profundidad y con sinceridad.
Las relaciones mantenidas bajo ese manto de amor o atracción, siempre fueron las más respetadas por las tripulaciones, aunque como mencioné con anterioridad, no ajenas a canalladas. Nada ni nadie es perfecto en este mundo y entre ellas se destacaron las oportunistas. Me refiero a las que buscaban las relaciones con la oficialidad superior de un barco o con acceso a ciertos privilegios. Existieron las que buscaban ese vínculo con los capitanes, jefes de máquinas y primeros oficiales por razones muy variadas. Sobresalen entre esas razones la comodidad de los camarotes, la protección y por encima de esas dos, los privilegios cedidos y mencionados con anterioridad. En el caso de los sobrecargos me inclino por otros de índole material, porque ellos no eran verdaderos oficiales, pero mantenían un status privilegiado en cuanto su acceso a comisiones por compras, invitaciones, productos a bordo, distribución del trabajo en el departamento, etc. Supongamos también que se hayan enamorado de esos hombres, ¿Por qué, no? solo que a veces resulta difícil de aceptar, cuando ellas se encontraban rodeadas de hombres jóvenes y bien parecidos, como para unirse a un viejo de carnes flácidas, puede suceder.
Las peores de todas ellas las encontré en las que militaban en el partido y sus vínculos eran con los secretarios de ese organismo a bordo. Generalmente eran despreciadas por el resto de los tripulantes por chivatas.
En fin, creo haber abordado un tema muy amplio y delicado. Tengo a dos amigas en mi lista que fueron camareras a bordo de nuestras naves y de las que guardo muy buena opinión. Tuve entre las camareras a excelentes amigas sin que mediaran relaciones sexuales y sirva este trabajo para rescatarlas del olvido. No por los errores que unas pocas cometieron o las vilezas de unos cuantos hombres miserables, puede omitirse u olvidarse el importantísimo rol que ellas jugaron en nuestras vidas, algo salvajes antes de su presencia.
Llegue todo mi cariño a Chacha, Dulce, Deysi, Noemí, Yoyi, Mercedita y todas aquellas muchachas con las que compartí navegaciones o fueron mis subordinadas.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2016-10-28
xxxxxxxxxxxxxx
No hay comentarios:
Publicar un comentario