viernes, 1 de septiembre de 2017

POR LA SAGA DE LOS MARINOS CUBANOS (3). – Caso: Espías, chivatientes, ladrones.



POR LA SAGA DE LOS MARINOS CUBANOS (3).  Caso: Espías, chivatientes, ladrones.


Motonave "Antonio Maceo"



…Comencé a oír hablar sobre Casañas cuando en el año 1991, desertó del buque de carga refrigerada “Viñales” en el puerto de St. Stephen, Canadá. Comienza a partir de ese momento una labor de captación y ayuda a los marinos que constantemente abandonaban los barcos cubanos en puertos canadienses, constituyéndose una verdadera pesadilla para la embajada cubana en ese país, y desde luego, para la seguridad del estado y el partido comunista en Cuba.

Se hizo popular entre los marinos cubanos en general y su nombre y sus acciones se hicieron cada vez más común de las conversaciones a media voz en los barcos, bares y cualquier lugar donde se reuniera un grupo de marinos cubanos…


Fragmento del prólogo al libro “Después de la Galerna”, escrito por el reconocido Capitán Augusto Juarrero.


Quisiera aclarar que, aunque la fecha de mi deserción es exacta y muy sonada en Cuba, no fue hasta el año 1993 en que me involucro en aquella campaña por ayudar a los marinos que desertaban en este país. Me inspiró el ejemplo de muy pocos hombres que lo hacían a título personal, vale la pena mencionar entre ellos a Manuel Naveda, cubano de origen y homosexual a mucha honra. Abrió las puertas de su apartamento a un grupo numeroso de marinos sin conocerlos, entre ellos al viejo Enfermero Naval Orlando Martínez. Como reciprocidad a esa acción tan humana por parte de Manuel, una vez independizado, el apartamento de Orlando se transformó en una especie de albergue para los recién llegados. Es una historia algo larga para contar y solo deseo mencionar la respuesta desagradable de muchos, la mayoría de los que comieron de su mano, Orlando falleció y no fueron capaces de asistir a su funeral. Solo uno de aquellos marinos que recibió ayuda en esos momentos de desesperación, luego de emigrar a los Estados Unidos, nos envió una carta de agradecimiento.


Sin embargo, aunque la campaña mencionada para ayudar a los marinos tuviera lugar en el año 1993, desde la misma fecha de mi deserción trat
é de hacer lo imposible por unir a los poquísimos cubanos que vivían en esta ciudad, labor infructuosa luego que se conocen los miedos que arrastramos fuera de nuestras fronteras. Fue así que apareció la figura de este primer “chivatiente” apodado “Bebo” y con cargo de Ayudante de Máquinas en nuestra flota. Algunos de sus hermanos de religión Yoruba se sentirán molestos con estas líneas, pero pruebas me sobran para demostrar quien rayos era este chivato.


Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.
2016-09-04


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EL AGENTE BEBO.

Tenía yo formado un grupito de cubanos sin pretensiones de derrocar al régimen en esta ciudad, creo que la comunidad andaba por los ciento y tantos de nosotros. Todavía no se había abierto el banderín a los matrimonios con extranjeros, aunque uno de los integrantes había arribado de esa manera, tuvo que ser el primer jinetero que logró escapar por esa vía. No podías darte el lujo tampoco de ser selectivo, se sumaron dos puticas en busca de maridos, uno que otro con antecedentes penales, algún estudiante de los que desertaron en Gander, y por qué no, siempre hay cubanos con la vergüenza y dignidad que le falta a otros.


Aquel grupúsculo (para satisfacer al régimen), se fundó a bombos y platillos con la cobertura de un amplio reportaje en el periódico El Popular con sede en Toronto. Creo que sería el detonador para activar las alarmas del Consulado cubano en Montreal, no se hizo esperar. Pocas semanas después de nuestra existencia, llegué a un lugar muy frecuentado por una parte de los pocos paisanos que existíamos aquí y el Bebo me abrazó con una euforia poco común entre la gente que nunca ha mantenido ningún tipo de vínculos. Yo lo conocía de Navegación Mambisa, pero solo cruzamos saludos en los pasillos de su edificio, tampoco navegamos juntos. No recuerdo si se encontraba enrolado en el buque Antonio Maceo, capitaneado entonces por Francisco Otero (Panchín) En una pausa donde nos encontramos solos, se produjo este intercambio de palabras muy interesante, bueno, no sin antes solicitarme misteriosamente que nos apartáramos del grupo.


-Ya me enteré que estás al frente de una organización política en esta ciudad. Me dijo a modo de introducción.


-Realmente nos encontramos en su fase embrionaria, pero creo que podemos crecer porque ya he establecido contactos en otros lugares. Le respondí con un poco de misterio para despertar su interés.


-El asunto es que yo estoy al frente de una organización en Cuba y necesito apoyo del exterior, tú sabes como están las cosas por allá.


-¿Y cuánta gente tienes? 


-Tengo unos doscientos miembros.


-¿Doscientooooooos? No pude ocultar mi asombro y temí despertar su desconfianza. Sabía perfectamente que me estaba mintiendo, pero debía darle cordel.


-Sí, doscientos, y lo mejor, integrada por gente capacitada, ingenieros, oficiales de la marina, militares y hasta doctores.


-¡Qué bueno, compadre! Ojala que tengan éxitos. Fingí haberme tragado el anzuelo, al parecer, Bebo desconocía que yo tenía menos de un mes de haber desertado. -¿Y han hecho algo?


-Sí, por el momento hemos estado distribuyendo propaganda y pintando carteles por toda la ciudad.


-¿Cómo se llama la organización? Le pregunté mostrando una fingida alegría en el rostro.


-Comité Cubano de Liberación Nacional. Me respondió con toda la solemnidad que existe en el mundo. Como yo escuchaba a Radio Martí diariamente, busqué en el inventario de organizaciones disidentes y no encontré ninguna con ese nombre, ni información sobre las paredes pintadas o propaganda alguna, le seguí la corriente.


-Bueno, en realidad ustedes no son muy conocidos que digamos, puede ser por la juventud del movimiento, pero tratándose de la libertad de nuestro país puedes contar con nuestro apoyo incondicional.


-¡Mira! La dirección del movimiento está solicitando ayuda y me designó para contactar contigo. No le pregunté como coño se enteraron de mi existencia, no venía al caso, mi interés se enfocó en lo que vendría posteriormente.


-¿Qué es lo que necesitan?


-Están pidiendo con urgencia propaganda, dinero y armas. 


-Ya te expliqué que solo tenemos poco tiempo de existencia, la propaganda te la puedo entregar mañana, dinero no tengo, y con relación a las armas, eso tengo que consultarlo con Miami.


-Mañana vengo por la propaganda, ¿No puedes darme respuesta sobre las armas mañana mismo?


-No, mi socio. El domingo parte un enviado mío a Miami y se tomará dos semanas por allá con su familia.


-¿Y no te puede responder por teléfono?


-Bebo, esas cosas no se hablan por teléfono.


Al día siguiente asistió puntual a ese encuentro conspirativo y allí le entregue cierta cantidad de fotocopias del periódico del CID. Nuestra organización comenzaba a conspirar contra el gobierno de Castro y ya teníamos un pequeño ejército integrado por doscientos hombres. No podíamos quejarnos, Fidel se quedó con doce cuando lo del Granma, como los apóstoles. El siguiente viaje arribó por Toronto y me llamó collet desde aquella ciudad, ya me habían informado que las copias del periódico las había colocado en las estaciones de incendio del barco, y que por supuesto, habían sido recogidas inmediatamente.


-¡Oye! ¿Cómo estás? Creo que no vamos a tocar Montreal este viaje.


-Yo estoy bien, pero no puedo ir hasta Toronto, estoy trabajando y hay más de siete horas de viaje.


-¿Averiguaste algo de aquello que hablamos?


-Por supuesto que sí.


- ¿Y cuál fue la respuesta?


-¿Qué quieres que te diga? En Miami no son comemierdas y van a entregarle un tumbador al primero que se aparezca. Dicen desde allá que primero deben realizar algunas acciones que suenen, porque verdaderamente a ustedes no lo conocen en ningún lado.


-¡Coño! ¿Pero cómo vamos hacer ná, si no tenemos donde caernos muertos?


-¡Nada! Dicen que se la quiten a los policías como siempre se ha hecho y que después ellos le mandarán todo el apoyo que ustedes solicitan.


-¿Y lo de la plata que hablamos?


-Bebo, nosotros no tenemos fondos y ese punto no lo toqué con Miami.


-¡Ven acá! ¿No tienes contactos en Toronto?


-Por supuesto, pero debo consultar con ellos primero.


-¿Te puedo volver a llamar por la noche?


-¡Claro! Ya te daré respuesta de la gente de Toronto. Nos saludamos y cortamos.


-Doctora, hay un individuo con altas posibilidades de ser un agente de la seguridad que desea establecer contacto con ustedes. Se hace pasar por miembro de una organización que no existe en la isla, ¿qué usted cree? Ella era la presidenta de la Fundación Cubano Canadiense, corría principios del año 92.


-¡Dale mi número de teléfono!


-Pero deben tomar precauciones.


-Yo creo que sí, ¿puedes llamarme dentro de veinte minutos?


-Por supuesto, doctora. Ella me conocía por la foto que apareció en el diario El Popular, periódico que publicó mi número de teléfono sin consultar conmigo, pero entre llamadas amenazadoras pude establecer ese contacto con ellos. Transcurrido aquel tiempo repetí la llamada.


-¡Oye! Dale mi número de teléfono, ya consulté con la Inteligencia canadiense. Voy a citarlo para un restaurante de esta ciudad y las condiciones estarán creadas. De antemano te digo que le vamos a tender una trampa, si hace lo que le decimos sin ningún tipo de problemas, no cabe la menor duda de que el tipo es un agente.


-Bueno, espero que tomen las precauciones necesarias, aunque les adelanto que es una persona mayor de edad, voy a insistirle de que debe ir solo. Pero no deben confiarse, es muy probable que se encuentre protegido desde cerca.


-No te preocupes, nosotros también tenemos protección. Nos despedimos y no quise hacerle pregunta indiscreta que pudiera comprometernos a ambos. Esperé la llamada del Bebo con algo de impaciencia.

-¡Oye, soy yo! ¿Pudiste contactar con esas personas?


-¡Claro! Mira, anota el número de teléfono que te voy a dar. Bebo, sugieren que ese contacto sea contigo solamente, es una mujer. Cuando salgas de la reunión dame un timbrazo para saber cómo salió todo. Le dicté el número acordado y nos despedimos. No recuerdo cual era la película que estaba viendo esa noche cuando volvió a sonar el teléfono y la operadora automática me anunciaba que era una llamada collect.


-Dime, ¿cómo fue la cosa?


-¡Perfecto, compadre! Se ve que esa gente tiene poder.


-Bueno, ellos tienen varios años de existencia legalizada en este país. ¿Llegaron a algún acuerdo?


-Por supuesto, para el próximo viaje podré contar con alguna ayuda económica. Tú vas a ver como sonamos en Cuba. Por el momento me dieron cien fulas para que se los entregue a Gustavo Arcos Bergnes.


-Está bueno eso, el hombre es un gran luchador y necesita de nuestra ayuda. No hacía falta que me dijera más nada, comprendí inmediatamente que aquella había sido la trampa tendida. La casa de Arcos era mantenida bajo vigilancia policial las veinticuatro horas del día y muy pocos se atrevían a violar aquel cerco. Solo los verdaderos miembros de la disidencia cubana se arriesgaban.


Dos semanas después me llamaron desde Toronto para informarme que el Bebo había entregado una parte del dinero en pesos cubanos, se había tragado la otra parte, pero eso no preocupó a quienes lo enviaron. El objetivo se había cumplido y yo comenzaría los preparativos de un plan para agarrarlo en su próxima visita. Nunca tuve en mente hacerle daño, todo estaba listo para atraparlo y soltarlo desnudo con unas plumas en el culo frente al Consulado cubano. Aquel minisecuestro fue frustrado por uno de los miembros del grupúsculo alegando vínculos de santería, poco tiempo después yo mismo desintegraría aquella organización, no valía la pena perder el tiempo. El Bebo falleció un año después, descubrí que mantenía vínculos con otro chivato que compartió conmigo el mismo techo, pero éste merece otro capítulo más extenso.




Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.
2007-10-22


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1 comentario:

  1. Tremendo punto el BeBo alla se estara revolcando con su asqueroso comandante

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