domingo, 27 de agosto de 2017

ESCAPANDO DEL PARAÍSO


ESCAPANDO DEL PARAÍSO


Motonave "Viñales", escenario de esta historia.



-Atención a toda la tripulación, deben reunirse en el salón de tripulantes para comenzar el sondeo.

Estas órdenes, recibidas por el sistema de comunicación interior del buque, anunciaban el inicio de un proceso de tortura psicológica seguido durante las partidas y llegadas de los buques de travesía cuando se dirigían o arribaban del extranjero. Situación que de pasarse una sola vez en el supuesto caso de que fueras pasajero, no te llamaría la atención y lo verías como algo normal, pero repetida durante decenas y decenas de ocasiones en más de 24 años navegados, constituyen un verdadero tormento, más aún, cuando sabías que esta inusual práctica solo era llevada a cabo en el recién fenecido campo socialista, pero con menos rigor que en Cuba y Corea.

El barco, la motonave "Viñales", era refrigerado y de pequeño porte. Automatizado y propiedad de la naviera española Castellana S.A., arrendado a Cuba con opción de compra. Había terminado sus operaciones de carga a las 10:25 am y se encontraba listo para partir con su preciada mercancía de langostas, camarones y pescado. Su próximo destino sería Canadá, España, Francia e Italia, luego permanecería fletado durante un año en Marruecos.

El personal que efectuara el sondeo, está integrado por guardias del Ministerio del Interior y por lo general proceden de las provincias orientales del país, embarcan acompañados de sus perros pastores alemanes. Esta comparsa llegó al buque aproximadamente a las 20:30 pm, aquí no importa de qué valor es el flete ni el precio de la mercancía. En este país por encima de todos los intereses económicos están las normas, las reglas, disposiciones, reglamentos, orientaciones, decretos, y toda cuanta estupidez se les ocurra a los compañeros militares que gobiernan y tristemente lo han arruinado.

Somos llamados uno a uno, el oficial de Inmigración observa el pasaporte, luego, con extremada pastosidad mira tu rostro, voltea las hojas detenidamente tratando de encontrar algún error que pueda malograrte el viaje. Es como si sintieran envidia, después, cuando no descubrió nada anormal, te observa de nuevo el rostro y te entrega el pasaporte mientras ordena dirigirte al camarote para que te efectúen el sondeo reglamentario.
Unas veces viene uno solo de los guardias con el perro, otras veces vienen dos o tres, el can olfatea todo el camarote en busca de personas escondidas y como siempre, antes de salir a repetir la operación con otros, te piden algo. Cualquier cosa les viene bien, cigarros, jabón, pilas de linternas, medias usadas, etc. Solo faltaba que el perro también pidiera, pero al parecer el animal tiene más vergüenza o menos necesidad que su amo.

Aún debemos permanecer en los camarotes porque falta por venir el otro perro, el guardia que te registra todas las gavetas, los bolsillos de la ropa que tienes colgada dentro de la taquilla, carteras, libros y cuanto lugar le parezca apropiado para esconder dólares, tabacos, direcciones en el extranjero, pornografía, libros de escritores prohibidos en Cuba y todo aquello que ellos consideran una violación de las leyes revolucionarias, que por lo general es todo. Esta inspección la realizan con la lentitud que los caracteriza buscando un síntoma de nerviosismo que te delate, ellos nunca están apurados. Cumplen la rutina para la que fueron programados, los apurados siempre hemos sido nosotros, los que deseamos salir a respirar fuera de este infierno. A éstos hay que vigilarlos durante su inspección, porque de vez en cuando te roban cualquier chuchería. Cuando existe la delación o sospecha de algún contrabando las cosas se complican y aplican otro programa, es entonces cuando entre dos o tres de estos individuos, desarman todas las paredes y techos del camarote. Ordenan quitarte la ropa, zapatos y si por una fatal casualidad te encuentran algo, despídete, no eres persona más nunca.

Después, si el sondeo fue negativo, al final, éstos también te piden algo, aquí todo hace falta, estos tipos a veces dan lástima. El sondeo no termina aquí, faltan por registrar los pañoles, cuarto de máquinas, botes salvavidas, gambuza, cocina, neveras y todo lugar donde pueda esconderse alguien, donde pueda esconderse algo, todo está prohibido, todo está perseguido.
Cuando termine el sondeo pueden haber pasado dos, tres o cuatro horas, todo depende de la información que hayan recibido. Esta agonía es mucho más dolorosa cuando regresamos de viaje, éste es el recibimiento que nos da nuestra patria después de un largo y generalmente penoso viaje. Luego de los grandes sustos a los que nunca nos acostumbramos, nuestros contrabandos estaban seguros, no los habían descubierto. Así hoy y tal vez mañana, siempre ocurre lo mismo y los que ayer fuimos honestos, nos corrompemos y poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos convirtiendo en vulgares delincuentes. No importa el cargo, puedes ser capitán, marinero, jefe de máquinas convertido en un contrabandista o en un simple ratero, la necesidad corroe, el hambre desespera, todo se pierde en este sistema.
Viene la larga espera, no todo ha terminado, falta la llegada del Práctico para sacar al buque del puerto. Otra cadena de dificultades, cuando no tienen la lancha rota, faltan los caberos, no tienen remolcadores o simplemente debes esperar por cuatro maniobras antes de la tuya y aunque esto suene increíble, todo sumado puede provocar una demora de hasta un día para poder salir del puerto, esto es sin considerar que La Habana es el principal puerto de Cuba.

El tiempo avanza lentamente y poco a poco los tripulantes van desapareciendo de los pasillos y salones, es tarde y la mayoría se ha ido a dormir. Ya nadie puede bajar a tierra, el buque se encuentra despachado por la Capitanía del Puerto y en el portalón dejaron de guardia a un soldado que impedirá el acceso y las salidas de cualquier persona. Todos sabemos que esta espera no tiene límites pues han existido ocasiones en que han sobrepasado las doce horas, increíble. No me acuesto, no puedo dormir, cualquier detalle te puede delatar aunque todo lo hayas planificado cuidadosamente y es en estos momentos, cuando más desconfías de todo y de todos. Hago un recorrido por el buque, paso por el portalón, trato de encontrar algo anormal pero todo está quieto. Parece que todavía no me he acostumbrado a esta espera, nada me es normal, el reloj no camina y de esta gente se puede esperar cualquier sorpresa. Mi temor no era que yo mismo fuera a traicionarme, mi deserción era un secreto que compartía con otra persona y en Cuba compartir un secreto de este tipo es un peligro muy grande, nunca se sabe donde está presente la traición.

Regreso a mi camarote y dejo la puerta abierta, pocos minutos después aparece la diminuta figura de Zenaida, quien desvelada por el nerviosismo de la partida me pide conversar un rato. Esta chica que va como pasajera con nosotros hasta Alicante, tiene un contrato en Madrid como pianista por tres meses y me explicó que ella tenía que pagarse su pasaje. Eligió realizarlo en barco por ser mucho más barato, el Ministerio de Cultura se negó a cubrir ese gasto. Lo más curioso de todo esto es que por el trabajo de ella, el gobierno cobrará en dólares y ella solo recibirá una ínfima parte. Esto sucede en todos los contratos de profesionales y técnicos cubanos, viene siendo algo así como una nueva modalidad en trata de esclavos. Para distinguirlos de la antigua forma de esclavitud, se le otorga un diploma o una medalla y con esto se le cierra la boca a la gente. Nadie puede rechazar una condecoración u orden, es una actitud condenable, contrarrevolucionaria. Tampoco puedes hacer reclamación de lo que te corresponde por derecho, de suceder cualquiera de las dos situaciones, entonces te planchan como dicen en Cuba y más nunca puedes salir a ningún lado, no solo eso, ya eres considerado persona no confiable, etc., etc.

Zenaida es muy chiquitica, delgadita, creo que no llega a pesar 100 libras. Parada no me llega a la altura del pecho, pero con un pelo lacio y negro como el azabache muy bello. A ella lo que le falta en estatura le sobra en simpatía, muy alegre, inquieta, toda una niña de 28 años pero sobretodo, muy sincera. A esta fiñe como la comencé a llamar desde que la conocí ayer por la tarde, hoy parecía que nos conocíamos de toda la vida, muy pronto la comunicación entre ambos fue de fácil fluidez.
Su mama y hermana me pidieron mientras se despedían que la cuidara durante el viaje y les prometí que así lo haría. Le mostré las fotos de mis hijos y las de mi esposa, ella me mostró los collares de santería que colgaban de su cuello y al darse cuenta del interés que mostré, me habló de su santo Obatalá y yo escuchaba con mucha atención sin poder creer lo que oía. Nos separamos mientras la espera continuaba, pero antes me pidió que la despertara para ver la salida del buque.

-Atención a toda la tripulación, ocupando puestos de maniobra. Primer Oficial, llamar al camarote del Capitán. Tomó el teléfono y marco el número 11, al segundo timbrazo, sin decirle quien era, comienza a impartir órdenes con la lengua algo amarrada por el alcohol. Como aquellas órdenes me eran conocidas por haberlas oído durante tantos años, las escuché simplemente por educación.

-Oye Casañas, ve aligerando los cabos a proa y en popa, dejando solo un largo y spring hasta que lleguen los remolcadores.

-Ok recibido, largo y spring en proa y popa hasta que lleguen los remolcadores. 

Colgué el teléfono y me dirigí al puente de mando encontrándome con el Segundo y Tercer Oficial. Sintonizamos los walky-talkies e impartí las órdenes correspondientes para iniciar inmediatamente la maniobra de salida del buque, según lo acordado con el Capitán, mientras él seguía en su camarote bebiendo con los Prácticos. Es muy posible que esta operación la hayan repetido en todos los barcos por donde pasaron durante el tiempo de guardia, muchas veces, las maniobras se demoraban por este motivo. Una situación como ésta es normal en Cuba, el alcoholismo, forma parte de la vida cotidiana del ciudadano y los Prácticos no escapan. Ellos también tienen necesidades y piden algo, una cebolla, latas de carne, cigarros, etc., pero no solo lo hacen por ellos, algunos son solidarios y piden por los marinos de los remolcadores, los caberos, etc., es una lucha constante por la supervivencia.

-Puente , proa. Me llama el Segundo Oficial por el Walky-Talky.

-Adelante proa, aquí el puente.

-Vamos a comenzar a aligerar los cabos.

-Atención proa y popa, voy a soplar la máquina y cuando les ordene, comenzamos a aligerar.

-Recibido en proa.

-Recibido en popa.

-Timonel, conecta los servomotores y prueba el timón.

-Conectando servomotores y probando el timón. Me contesta el timonel de guardia.
Pongo ambos radares en stand by, prendo el ecosonda, el VHF y conecto el pito del buque. Como toda esta operación se hace en la consola, tomo el teléfono y llamo a la sala de control de máquinas.

-Jefe, te habla el Primer Oficial, vamos a soplar máquinas.

-Muy bien Primer Oficial, cuando estemos listo te paso el mando de la máquina para la consola del puente.

-De acuerdo Chief, comenzamos. Muevo el telégrafo hasta la posición despacio avante, mientras observo por el tacómetro que la máquina respondió a la orden dada, confirmándolo también la humareda que envolvió toda la parte superior del buque y que es normal cuando la máquina está fría. Esta operación solo dura unos segundos, luego ordeno por el telégrafo despacio atrás y el resultado fue positivo, ahora con menos humo. Suena el teléfono de la consola.

-Casañas, te paso el control de la máquina principal para la consola del puente y estamos listos para maniobrar. Terminando de hablar con el Jefe de Máquinas, suena una intermitente alarma en la consola que elimino oprimiendo un botón. Queda establecido el control de la máquina principal del buque desde el puente, dejando de flashear aquella molesta luz y el ruido.

-Proa y popa, aquí el puente, comenzamos a aligerar los cabos.

-Proa aligerando hasta quedar con largo y spring al muelle.

-Ok proa, recibido en el puente.

-Popa aligerando también.

-Ok popa recibido y procede.

-Popa, prepara el mejor cabo que tengas para dárselo a un remolcador.

-Recibido en popa.

-Proa, abre la válvula para poner el agua de la cadena del ancla.

-Recibido en proa, válvula abierta.

-Su atención motonave Viñales, aquí remolcador Tifón. Se oye por el VHF.

-Adelante Tifón, aquí Viñales.

-Muy bien Viñales, me dirijo hacia la popa de Uds., tengan listos un cabo en pendura.

-Ok Tifón, estamos listos.

-Popa, avisa cuando tengas firme el remolcador.

-Recibido en popa.

-Puente proa.

-Adelante proa.

-Quedamos con largo y spring al muelle y el ancla de estribor fondeada con cuatro grilletes.

-Muy bien proa recibido, continúa en stand by.

-Puente, popa.

-Adelante, popa.

-Tenemos largo y spring al muelle y firme el remolcador por el Panamá.

-Okey popa, stand by. Tomo el teléfono y le comunico al Capitán que estamos listos para maniobrar y me ordena continuar la maniobra con el Práctico. Al momento entra el Práctico en el puente acompañado por un escolta y comenzamos la maniobra.

-Primer Oficial, ordene largarlo todo en popa. Dice el Práctico.

-Popa, puente.

-Adelante puente, aquí la popa.

-Popa, larga todo y avisa cuando esté libre la propela.

-Proa, larga el largo y engrana la cadena para subir el ancla.

-Puente, popa. Libre la propela.

-Proa, larga el spring y comienza a levar el ancla.

Poco a poco fueron desapareciendo los lazos que nos unían a este infierno, parecía que este momento nunca llegaría. Hoy, por cosas de la vida, se me antojaba verlo todo más profundamente. Nunca se me olvidará la imagen de aquel puerto oscuro, triste, pestilente, destruido. Aquella ciudad corroída, apuntalada, desteñida, que dormía y se hacía la disimulada, se negaba a despertar para despedirnos. Dejábamos una ciudad avergonzada, lo que antes fuera un orgullo del Caribe, hoy no se alejaba mucho de las ciudades más tristes del mundo. El repiquetear de la campana en proa, me hizo volver a la realidad anunciándome que el ancla ya estaba a bordo y ahora nada nos ataba a esta tierra.
Comenzó el proceso de salida del puerto pesquero, auxiliado también por el remolcador "Polargo" en demanda del canal de salida de la bahía habanera. (Años más tarde, este remolcador participaría en el horrendo crimen del hundimiento del remolcador 13 de Marzo. Asesinato premeditado, realizado frente a las costas de La Habana con más de cuarenta seres humanos a bordo. Hasta hoy, los asesinos están libres).

Sube al puente el Capitán, lo hace acompañado de tres Prácticos con los que se encontraba bebiendo en el camarote. Todos se despiden y retiran para bajar a la lancha que ya se encontraba por la banda de babor a la altura del muelle Sierra Maestra Nr.3 sur. El otro continúa con el buque hasta la pila de Neptuno, donde desembarcará junto con el escolta.
Qué curioso, el Práctico escoltado, ¡qué sistema! El escolta vigila al Práctico, éste vigila al escolta, todos nos vigilamos, ¡qué mierda! Esto fue lo que importamos del Este, solo quedan unos pocos, qué solos están.

Por fin bajan el Práctico y su compañero, nos deslizamos lentamente por el canal de la bahía  habanera. Una larga pitada y como respuesta el silencio. A babor una ciudad muerta, no transita un solo auto. En el muro del malecón dos o tres desvelados pescadores pita en mano, llenos de esperanza, quizás rogando a Dios para que se les pegara algo. No importa el grado de contaminación de las aguas, más contamina el hambre. Cuando pasamos frente al Castillo de la Punta el panorama era igual de desolador, antes era el último punto donde disfrutábamos del carácter jaranero del cubano, casi siempre pasábamos con potentes linternas o con la lámpara de hacer señales y alumbrábamos a las parejas de enamorados que elegían este punto para hacer el amor ante la escasez de hoteles y posadas, entonces les gritábamos;

-¡Cabrón, dale para una posada! ¡Suéltala hijo de puta! Y de la orilla siempre nos gritaban algo.

-Marineros, tarrúuuu, ahora voy pa tu casa a singarme a tu mujer, maricones. En ocasiones se sacaban el pene los muy degenerados y todos nos reíamos, esto sucedió durante muchos años. Casi siempre dejábamos la Patria entre risas, partiendo hacia lo desconocido, muchas veces a jugarnos la vida por nada, solo ganábamos setenta y cinco centavos de dólar al día y aquella situación no limitaba la alegría que siempre distinguió el carácter del criollo.

-Su atención Mambicuba Habana, esta es la motonave "Viñales" que te llama.La voz del Capitán rompió el silencio que reinaba en el puente, llamaba a la empresa por el VHF.

-Viñales, aquí Mambicuba, adelante. Respondió el operador de guardia, su voz era familiar.

-Mambicuba, nos encontramos de través con el Morro a las 02:30 de salida para Canadá.

-Recibido Viñales, les deseo un feliz viaje y mucha suerte.

-Muchas gracias Parrita, saludos y quedamos libres.

-Libres. Con esta palabra se terminó la comunicación con la empresa, bonita palabra para concluir la conversación, pero cuán lejos de la realidad que vivíamos, ironías.

-¡Full avante! Ordena el Capitán y aplico esta orden a la máquina principal por medio del telégrafo. Voy observando por el tacómetro como aumentan las revoluciones del motor principal, pero no alcanza la velocidad que se ordenó.

-Primer Oficial, ordene al personal de proa y popa, que pongan todo a son de mar y retiren maniobra, que no se olviden de recoger la escala del Práctico.

-Muy bien Capitán.

-Continúa con los rumbos planificados que yo me voy a dormir, no aguanto más.
No había terminado de pronunciar estas palabras y ya se encontraba saliendo del puente de mando.

-Proa y popa, aquí el puente. Pongan todo a son de mar y retiren maniobra, popa retira la escala del Práctico.

-Puente, la proa poniendo todo a son de mar y retirando maniobra.

-Puente, la popa ya recogió la escala y tiene todo a son de mar, retiramos maniobra.

-Muy bien proa y popa quedamos libres. No hubo comentarios, imagino que con el agotamiento que tenían, estarían locos por irse a descansar.

Suena el teléfono de la consola del puente y me solicita el Jefe de Máquinas que por medio del telégrafo vaya disminuyendo revoluciones hasta poner la máquina en poca avante. Tiene problemas en unas válvulas de escape y es muy probable de que tengamos que parar. Le informo de lo sucedido al Capitán por teléfono y me ordena poner rumbo perpendicular a la costa para alejarnos de ella y que parara la máquina a una distancia prudencial.

-Timonel, pon rumbo 000.

-Cayendo a rumbo 000.

-Avísame cuando estés a rumbo. Mientras por el radar observo que la distancia a tierra eran solo unas escasas tres millas.

-Rumbo 000. Me informa el timonel y compruebo que el repetidor de giro del radar no tiene error.

Poco a poco vamos alejándonos de este infierno, metro a metro, cable a cable, muy lentos, como si algo nos mantuviera atados a esta tierra y se empeñara en no dejarnos escapar. ¿Qué deuda podemos tener con ella? Si le hemos entregado lo mejor de nuestras vidas, nuestros hijos. ¿Por qué, no nos deja salir en paz? ¿Qué más desea de nosotros? Muchas preguntas me vienen a la mente pero las voy desechando todas, debo concentrarme en mi trabajo. No todo se ha logrado y la presencia de lo que me hace huir está latente y al alcance de la vista.
El teléfono vuelve a sonar y el Jefe de Máquinas pregunta si ya podemos parar para realizar la reparación de las válvulas.

-Mira Jefe, el viento está muy fuerte y en dirección a tierra. Con esta velocidad no nos alejamos de la costa, yo creo, que es mejor aumentar hasta media avante la velocidad para poder parar cuando estemos a unas siete millas de distancia como mínimo.

-Muy bien, Casañas. Ve aumentando poquito a poco y llámame cuando estemos en posición. Ambos colgamos y fui aumentando la velocidad según lo acordado. Voy al radar y obtengo una posición que después ploteo en la carta náutica. De pronto, el Capitán, quién yo creía durmiendo, entra en el puente convertido en un mar de furia, continué trabajando en la carta.

-Coño caballeros, esto es increíble, nunca me había sucedido algo igual. Me han robado un par de zapatos de salir y no puedo precisar si fueron los de las Autoridades o los Prácticos. ¿Qué mierda está pasando en Cuba, es que ya nadie tiene vergüenza?

Yo no le presté la más mínima atención, ni le di opinión alguna, me dirigí a la fuente donde colocaban los bocaditos de la guardia. << Ladrón que roba a ladrón, merece 100 años de perdón.>>, pensé. El hambre comenzaba a molestarme y debía permanecer de guardia hasta las 08:00, pero que desilusión más grande, al llegar a la fuente, noto que estaba vacía. O sea, mientras yo atendía los pormenores de la maniobra de salida, y en cuestión de segundos, aquellos Prácticos que subieron a despedirse en el puente, se volaron todos los bocadillos. No comenté nada para no echarle más leña al fuego y dar motivo a que el Capitán permaneciera más tiempo en el puente, total, esto era insignificante comparado con las cosas que suceden a diario en el país. El Capitán se retiró por falta de quórum y cuando estuvimos a las siete millas paré la máquina y encendí las luces de buque sin gobierno, todos estaban durmiendo. El timonel de guardia y yo en el puente. En maquinas los que estaban solucionando la situación, el cansancio y la tensión del día me fueron venciendo y me senté, no lo hacía desde muchas horas antes.

Desde aquel mismo instante mi mente comenzó a trabajar febrilmente, comienzas a recordarlo todo, primero lo más próximo, ayer. Cuando terminaron las operaciones de carga y repentinamente apareció un poquito de combustible para que saliera el buque, habían transcurrido casi dos meses solicitándolo. La cantidad que habían asignado, no satisfacía las condiciones de estabilidad del buque para la travesía más corta hasta Canadá. Después de un millón de preguntas estúpidas realizadas por el VHF, le dije al operador del buque que si tenía que partir en esas condiciones, yo pondría mi equipaje en el muelle y no iría a viaje. No confiaron en mis argumentos y mandaron a un Capitán a verificar si era cierto lo que yo informaba. Todo lo que pudo comprobar mediante varios cálculos que hice delante de él en la computadora del barco. Varios días después aumentaron un poco el combustible, pero solo garantizaba la llegada a Canadá, lo demás no me importaba. Recuerdo que el combustible fue extraído de otro  buque surto en el puerto. 

A medida que pasaban los días, no digo los días sino los minutos, estábamos más jodidos en aquella trampa gigante. La ruina era cada vez más latente y las promesas sobre el futuro funcionaban menos, la arrogancia y el orgullo que identificaba a los comunistas se iban perdiendo.
Me pongo de acuerdo con Alexis, un camarero que tenía auto y que vivía en Alamar. Necesitaba ir con él hasta el barrio en cuanto apareciera un Oficial que me aguantara la guardia y poder recoger un poco de ropa. Por otra parte, el Capitán del buque no se aparecía por el mismo desde el día anterior y los papeles de la carga estaban sin firmar. Tampoco cambiaba la fecha y hora de la salida, la tripulación se irritaba más cada minuto que pasaba. Este no era un asunto mío, él tenía la costumbre de tener al personal encerrado a su antojo y ni el Sindicato ni el Partido tenían huevos para reclamarle nada. En realidad casi nadie tiene huevos para hacer ningún tipo de reclamación en Cuba.

A eso de las dos de la tarde partimos en el auto de Alexis, el grupo estaba compuesto por Luisito (técnico de refrigeración), Macías (marinero de cubierta) uno de mis mejores amigos durante mis últimos años en Cuba.  Aguirre “el cabezón” (engrasador) y yo. Todos teníamos el propósito de recoger algo y despedirnos de la familia.
Cuando llegamos a mi casa solo se encontraba mi esposa, recogí alguna ropa y le pedí que preparara un poco de café, serví un trago de ron a granel para Alexis, Luisito y otro para mí. Mi hija estaba para el Vedado y Estebita se encontraba en casa de su novia en La Habana. Traté por todos los medios de no quedarme solo, en realidad no tenía valor para enfrentar la mirada de Elena. Después de 20 años juntos, compartiendo toda una vida, el matrimonio llega a compenetrarse tanto que me parece que se llegan a leer los pensamientos de tu pareja y no quería que ella se diera cuenta de lo que yo tenía preparado. Ella ignoraba todo, desgraciadamente la vida allá es así, no se puede confiar en nadie por muy cerca que se encuentre de ti. Cualquier indiscreción podía suponer una prisión a la cual yo no estaba preparado para soportar, también hay que sumarle a todo esto, los errores de infidelidad cometidos antes de mi partida y de lo que es capaz de hacer una mujer herida por despecho. Sobre mí pesaba una amenaza de este tipo y no deseaba fracasar en mi intento. Al final nos despedimos con un beso, beso que solo servía para despedir un duelo, no sé cuál de los dos murió en aquel instante, no sé si los dos estábamos muertos.

Escapé, aunque con ella el rostro me traicionaba, no importa que en Cuba llegues a dominar la profesión o el arte de la mentira, porque así se vive. Yo no nací con ese don y menos para utilizarlo con los míos, no soy ese artista de la mentira. Mi mente continuaba limpia, pura, virgen, no lograron doblegarla. Los nervios me traicionaban, los vecinos saludaban con gritos, que triste es partir dejando lo que amas, ir hacia la nada, hay que tener huevos para hacerlo, renunciar.


Motonave "Viñales"


Poco a poco sigues viajando con la mente dentro del tiempo, se analizan los días de estancia en Cuba, esto ocurre cada viaje pero con menos importancia. El timonel se quedó dormido, pero en realidad eso no me llama la atención. Voy al radar para comprobar la posición del buque y observo que hemos abatido muy poco, me siento nuevamente.

El timonel continuaba dormido y no me importaba, prefería estar solo con mis pensamientos, lo miraba y no sé qué sensación sentía. Su apellido era Collejo, lo conocía desde el año1967 cuando entramos juntos en la marina desmovilizados del ejército, era el secretario del partido a bordo. Seguimos al garete, parece que las cosas se han complicado en el departamento de máquinas, el Morro se mantiene a unas siete millas, estamos abatiendo al oeste. Ya es de día pero el silencio se mantiene, la tripulación sigue durmiendo. 

El fin de la guardia se acerca, tomo la posición del buque por radar, lleno el diario de navegación y le entrego la guardia a Chantres el Tercer Oficial, tengo tanta hambre que no atino a lo que me dicen por el camino hacia el comedor.
Una vez en el comedor, intercambié algunos detalles con Irma para la fuga, ella era la camarera del comedor de oficiales y el compromiso de ayudarla en su deserción lo hice por solicitud de Clarita, una mujer con la que mantenía relaciones extramatrimoniales en La Habana. ¡Claro! Esta decisión la tomé después de pensarlo muy bien por el alto riesgo que debía correr ante el peligro de una delación. A Irma yo la conocía muy bien como subordinada mía, pero aún así, siempre se desconfía de cualquiera, realmente en Cuba no confiamos en casi nadie. Después de desayunar y mientras me fumaba un Popular, observo un poco de nerviosismo en ella.
Estoy extremadamente cansado, me voy al camarote y una vez en la cama, cierro los ojos pero no duermo, comienzo a mirarme por dentro, es algo como una larga pesadilla. Viene a mi mente la imagen tierna y dulce de Clarita. Con ella compartí muchos momentos buenos y desagradables, fue a despedirse de mí en el puerto y como toda despedida, también fue muy triste.

 Tenía un exquisito cuerpo, al menos, ajustado a mis exigencias sexuales. Era una mujer bien trigueña y de una cabellera abundante. Sus brazos mostraban unos bien pronunciados vellos y la experiencia me había demostrado que así sería en casi todas las partes de su cuerpo. No me engañé cuando nos desnudamos, su monte de Venus era exageradamente grande y tupido, bien negro, contrastaba con la blancura de su cuerpo. Sus senos eran firmes a pesar de tener más de treinta años, nunca había parido y debió ser una de las razones para que se mantuvieran en ese estado. Desde su ombligo partía una fina hilera de vellos hasta su pelvis, muy capaz de volver loco a cualquier hombre. Luego, era de esas mujeres que lubrican exageradamente cuando hacen el amor, tanto, que estando encima de mí, un arroyo corría por mi ingle y me mojaba completamente los testículos y las nalgas. Cuando hacíamos el 69 yo trataba de acomodarme siempre encima de ella, de lo contrario, toda su leche (como decimos los cubanos) podía correrme por toda la cara. Era algo asombroso aquello, creo, la única vez en la vida que lo he observado, sin embargo, me volvía loco.

Aquellas relaciones no se rompieron y sé cuanto sufrió en sus relaciones conmigo, no aquel  sufrimiento causado por unas malas relaciones, sino, el que se siente ante la impotencia de saber que lo deseado es imposible de poseer para siempre. Ella conocía la existencia de mi familia, formada desde hacía más de veinte años y mi resolución a no abandonarla. Se resignó al papel de querida, nuestros encuentros amorosos fueron la más alta manifestación del deseo y la pasión. En ningún momento nos sentimos defraudados, realmente encontré en ella mucha comprensión y apoyo. Fueron muchas las ocasiones en las que partí de su casa cargado de alimentos comprados en la bolsa negra para mi familia, la situación era en extremo difícil para el pueblo. En la medida que pasaba el tiempo, me daba cuenta que desaparecían algunos valores humanos entre la población. Llegué a comprar comida que era robada de los círculos infantiles, al principio sentía desprecio por esta acción, luego no, yo mismo le encontraba variadas justificaciones. << Si no la compro yo, irá a vendérsela a otra persona que la comprará sin pensarlo dos veces>>, pensaba. Mi razonamiento no estaba equivocado, cada día era más difícil encender la cocina, además, todo lo que se vendía en la bolsa negra era producto de algún robo. No se podía vivir con muchos escrúpulos, la miseria nos había conducido hasta este callejón sin salida, luchábamos para sobrevivir.

En mi cama y sin poder conseguir el sueño, siento por las pequeñas v
ibraciones del buque que soplaron la máquina principal. Después, la arrancada normal y el aumento paulatino de las revoluciones del motor. Calculo que deben ser aproximadamente las 09:30 am, continúo despierto, pero no quiero abrir los ojos para evitar ver la hora en el reloj de mi camarote. Con los recuerdos que van apareciendo es suficiente, ahora el buque vibra más fuerte debajo de mí, es señal de que pusieron toda velocidad avante, nada podrá detener mi huida.
Van quedando muchas cosas detrás de ti, cuántas cosas bellas, tu tierra, tus amigos aunque sean pocos, tus familiares, tus vecinos, los niños que viste crecer en tu cuadra junto a tus hijos y hoy son hombres. Cuántos años pasaran para que volvamos a vernos, quizás, si la suerte no me acompaña, nunca más.
Se me antoja ver desaparecer en el horizonte como en otras muchas ocasiones, el edificio del hospital Almejeiras. En aquel lugar pase parte de mi infancia, creo que la etapa más bella, allí existió por muchos años la Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana, mi hogar por más de cinco años, rodeado del amor de dulces monjitas, es difícil de creer que se hable bien de un orfelinato.

Después de almuerzo, la pianista pasó por mi camarote pero no le preste mucha atención, independientemente del estropeo que aún conservaba del día anterior, yo tenía que preparar los planos de carga del buque y quería hacerlos con el ordenador que poseía en la oficina de carga a mi disposición. Era importante mantener la misma actitud que siempre había tenido ante mis responsabilidades.
Como era habitual, me di una ducha a las tres y media para comenzar mi guardia de navegación a las cuatro de la tarde. Regreso a la rutina de ver la posición del buque en la carta náutica, chequear las temperaturas de las bodegas en el termógrafo que poseíamos en el puente y luego, la misma monotonía de siempre. Más grande aún cuando estás haciendo guardia con un individuo al que detestas. 

Navegando frente a las costas de Miami llovía muy fuerte y la visibilidad se reducía por momentos obligándome a permanecer cerca del radar. Por la banda de babor me paso un majestuoso barco de pasaje, algo así como una ciudad flotante, bellamente iluminado, tanto me impresionó, que le avisé a la tripulación por el intercomunicador del puente, tenía si no me equivoco, cerca de 11 cubiertas. La pianista subió al puente a verlo, para ella era una novedad, también pude notar la impresión que le causó ver trabajando a todos los equipos de nuestro puente. No era para menos, nuestro barquito era nuevo y dotado de los equipos más modernos de navegación que existían en el mercado. Durante todo el trayecto navegado, la situación para nosotros los marinos era normal, no así para Zenaida, quien vomitaba todo lo que ingería debido al balanceo del barco.

Cuando terminé mi guardia, conversamos de cosas sin relevante importancia y nos despedimos. Me acosté para tratar de dormir, lo necesitaba y deseaba de todo corazón, pero con solo cerrar los ojos, se iniciaba en mi mente una extraña visión retrospectiva de todo lo que fuera mi vida. No sé si le ocurrirá lo mismo a las personas en su ocaso, se viaja a una velocidad increíble por el tiempo, haciendo solamente breves paradas para tratar de enmendar errores y perdonarse uno mismo, sencillamente, no se puede dormir.

Ya eran las doce de la noche, el buque comenzaba a balancearse violentamente. también se sentían fuertes cabezadas producidas por un mar desorganizado. Enfrentábamos marejada de una dirección y mar de leva de otra. Llovía torrencialmente y todo se caía dentro del camarote. Me levanté y puse la radio grabadora sobre mi cama, ahora, conciliar el sueño era más difícil. Los bandazos podían sacarte de la cama, me asusté en varias oportunidades, yo sabía que el buque no tenía mucha estabilidad. Creo que en situaciones como ésta, el único que se desvela a bordo es el Primer Oficial, si se comete algún error en los cálculos para cargar el barco, puedes provocar un fácil naufragio.


Nov.7 de 1991

A las cuatro de la mañana entro de guardia, la situación en el puente era terrible, nada se mantenía en pie, cuando las cabezadas eran muy fuertes parecía que el radar ARPA se iba a desprender de su base. A esta hora del día yo no hablo mucho y por ese motivo el tiempo se hace muy largo hasta las seis de la mañana, hora en que comienzan a llegar los visitantes y el timonel baja por café fresco. Por lo general, el primero en levantarse era el electricista Marañón y después lo hacía el contramaestre Raimundo. Siempre se establecía una conversación de tema libre en la que a veces participaba si no estaba ocupado, también aprovechaba este momento para darle algunas órdenes al contramaestre sobre el trabajo a realizar en la cubierta del buque. Esta guardia me la pase parado al lado del radar y no pensé en nada. A las ocho de la mañana y después de entregar la guardia, llevo tanta hambre que siempre salgo disparado en dirección al comedor. Desde el pantry le dirigía alguna broma a los cocineros, camareros y cuanta persona me encontraba en los salones, revolvía el ambiente del área en cuestión de segundos.

Hoy, mientras desayunaba, me puse de acuerdo con Irma la camarera para ir a dormir a su camarote. La gente debía tener la impresión de que nosotros manteníamos relaciones sexuales y de esta forma, limpiar un poco la pista a la hora de la salida a tierra en Canadá. Como el barco iba fletado por un año para Marruecos, era lógico que  tratarían de enamorarla para asegurarse un buen colchón durante este largo tiempo, las invitaciones para salir le sobrarían muy pronto.

Después de desayunar me acosté para tratar de dormir un poco, pero resultaba muy difícil por los movimientos bruscos del buque. Cuando estás conciliando el sueño algún bandazo te despierta y en ocasiones te levantas mucho más agotado que cuando te acostaste. Llegaban de nuevo muchos pasajes de lo vivido, tal parecía que me despedía de la vida.

Al mediodía, más estropeado que cuando me acosté, me levanté para ir al comedor y comprobé que la situación seguía siendo la misma o quizás un poco peor. No se pudieron montar las mesas porque todo se caía con los bandazos, el horno le fue arriba a Vicent el cocinero y le produjo una quemadura que me mostró, aún así no dejó de cocinar. Las lozas del piso de la cocina y el pantry no eran anti resbalantes, resultando muy peligroso andar por ellas durante un mal tiempo, ésta es una de las negligencias de quienes asistieron a la construcción del buque y no supervisaron bien su trabajo. Otra vez comimos con el plato en la mano, nada me asombra, cientos de veces sucedió lo mismo en años anteriores. Con la gente me entero de
que la pianista no paraba de vomitar por los mareos y me propuse no molestarla.
Abrí mi oficina y todo continuaba regado por el suelo, tampoco me interesaba actualizar ninguno de los documentos que corresponden a mi cargo. Constantemente me preguntaba para qué, si de todas formas ya no tenía la obligación de cumplir con nadie. Con los fuertes bandazos todo rodaba por el suelo, cerré la puerta de la oficina pensando que cuando todo terminara volvería para recogerlos y clasificarlos, entré en mi camarote a esperar la llegada de la hora de la guardia.

A las cuatro de la tarde de nuevo en el puente, vienen muy pocas visitas y gastas muchas energías agarrándote de cualquier pasamanos para no caerte. En estas condiciones es imposible sentarse y como hablo poco con el timonel, el tiempo se demora en pasar.
A las ocho de la noche y antes de salir del puente, le dije al timonel Lázaro que a las cuatro de la mañana fuera a despertarme al camarote de Irma. Se lo dije bajito y con un poco de misterio. Él me miró con picardía, confiándole esto, yo estaba dándole participación en mis asuntos particulares, lo estaba convirtiendo en algo así como mi cómplice. Enseguida mordió el anzuelo sin saber que estaba muy lejos de la realidad, el gordo Lázaro era buena gente pero muy comunicativo y aquel defecto yo lo necesitaba para llevar adelante mis propósitos.

Irma estaba en el salón de tripulantes, también se encontraban otros marinos, así que aproveché esta situación para hacerle una señal que pudiera ser captada por todos. Ella se levantó y fuimos hasta mi camarote donde estuvimos conversando un ratico, luego bajamos al camarote de ella con mi almohada y frazada bajo mis brazos. Esta es una situación estúpida, porque ella se podía quedar cómodamente en el mío, pero aquello no llamaría tanto la atención. Su camarote era extremadamente pequeño, pero lo era aún más, debido a que ella lo tenía habitado por todos los santos de su devoción. Acomodé mi frazada en el escaso espacio libre del piso, aquí también fue imposible pegar un ojo. Además de los bandazos y lo duro del piso, hay que agregarle la atmósfera asfixiante por las velas que le tenía encendida a los santos y una fuerte acidez estomacal que estaba sufriendo. Cuando vi que eran las cuatro de la mañana cerré la puerta de su camarote con seguro y con la llave maestra abrí la enfermería por algunas pastillas para calmar mi estómago. Camino a mi camarote me encuentro con el gordo que había terminado su guardia.

-Coño, compadre, te dije que me despertaras en el camarote de Irma.

-La verdad es que pensé que todo era jodedera tuya.

-¿Cómo voy a utilizar una broma de ese tipo?

-Está bien, no te pongas bravo, ya lo sé para la próxima.

-Si, pero mira la hora que es y yo nunca he relevado tarde. Nos despedimos y entre a mi camarote para lavarme la cara y peinarme un poco, serían las cuatro y cuarto de la mañana cuando abrí la puerta del puente. 




Motonave "Viñales"



Nov.8 de 1991

-Mi hermano discúlpame por llegar tarde, pero lo cierto es que le dije al gordo que me despertara el camarote de Irma y no lo hizo.

-No hay líos viejo cabrón, verifica la posición cuando pase el próximo satélite, la velocidad es apenas unos seis nudos, la mar ha ido aumentando, trata de tomar el parte meteorológico a las 06:00hr local

-Muy bien, perfecto. No dio tiempo a dirigirle ni una sola palabra más, terminando de decirle esto, se cerró la puerta del puente. Otra vez solos el timonel y yo acompañados de nuestro inseparable silencio, la verdad era que no me nacía el más mínimo deseo de entablar una conversación con este individuo. Ese silencio era roto por el ruido de la lluvia cuando chocaba con los cristales del puente o por las fuertes cabezadas del barco, después, el silencio de siempre, el eterno amigo de los que trabajamos de noche, Collejo había escuchado la excusa que le ofrecí al Segundo Oficial en voz alta y no me equivoco al afirmar que a esa hora debió haber tenido las bilis revueltas por la rabia, él era uno de los pretendientes de Irma desde que el barco se encontraba en La Habana. Veía como se le evaporaban las esperanzas de disfrutar aquel hermoso trasero cubano, culo por el que estaban locos varios tripulantes. Sintonizo la estación meteorológica en el radio facsímil y me dedico a plotear la posición obtenida del último satélite. La velocidad continuaba descendiendo y ahora estábamos haciendo solamente 5.6 nudos. Hice un breve recorrido mental por los tiempos del Servicio Militar Obligatorio, fueron tiempos terribles pero que no puedo narrar en este trabajo, sería interminable mi huida.

El tiempo de la guardia se fue agotando, llegaron al puente los mismos madrugadores de siempre. Collejo se apareció con el acostumbrado café aguado de siempre y después de prender un cigarrillo, surge la tertulia con las conversaciones que hemos oído durante años, nos aburren, las mantenemos vivas para romper el silencio y tener un poco de comunicación cuando nos acordamos que somos seres humanos. Por lo general se evaden los temas políticos por un problema de seguridad personal y cuando se hace es para hablar mal de los americanos.

Cuando llego al comedor, Irma me pregunta si se habían tragado el anzuelo y le contesto que no se preocupe. Aunque parezca increíble, en los barcos te llevan hasta la cuenta mental del dinero que puedas haber gastado. El agotamiento que siento es terrible, pero con el balanceo que tiene el buque es muy difícil dormir. Esto es algo muy común y muchas veces puede extenderse por más de quince días, sobretodo, durante los viajes de invierno por el océano Atlántico.

Recorro otra vez todos los detalles de la fuga, busco algo que delate mi intención. Tengo mucha preocupación por Irma, las mujeres son muy nerviosas, aunque ella era de un temperamento muy fuerte, no la había visto en situaciones difíciles para saber cómo reaccionaría. Yo sabía que en el puerto de Bay Side se encontraban dos agentes de la inteligencia cubana, su presencia era justificada como la de agentes que estaban atendiendo el embarque de papas hacia Cuba. El trabajo que estarían desarrollando lo desconocía, pero de su existencia si estaba seguro. Estando de guardia en La Habana, oí por el VHF cuando le solicitaban dos camarotes al Capitán de un barco que partió para acá unos quince días antes que nosotros. Eso me mantenía muy preocupado porque de existir una delación, ellos tendrían un millón de vías para enviarme preso a Cuba.

Al mediodía me levanté como de costumbre para almorzar, el tiempo se mantenía endemoniado. Lo hicimos nuevamente con el plato en la mano y gracias al esfuerzo que estaban realizando los cocineros. En el comedor me entere de que la pianista continuaba mareada y vomitando. Me doy cuenta que llevaba casi dos días que no la veía y decidí visitarla cuando terminara de almorzar.
Marañón se encontraba sentado en el piso de su camarote haciéndole la visita, detrás de mi llegaron Irma y la camarera nueva. Enseguida surgió la conversación apropiada para el momento, deberían inventariarse las conversaciones y mantenerlas en un archivo. Para cada momento existe un tema modelo que oyes hoy aquí y mañana en cualquier otro barco de una forma casi similar. Hoy el tema eran los mareos, la pianista era novata y surgieron los consejos de lo que debía comer o no, que si tomar agua de mar, que si mirar al horizonte, etc.,etc. Todo lo vamos encontrando muy aburrido y cuando el viaje se hace muy largo, se nos acaban los cuentos y se comienza a hablar del compañero, después del otro, al final del viaje nadie se habla y todos terminamos odiándonos.
La Fiñe al verme se puso muy contenta, creo que fue sincera su alegría.

-Yo pensé que mi mejor amigo, mi papá, no vendría a verme.

-Bueno, no he venido pero estoy muy seguro de que no te ha faltado compañía.

-He tenido muchas compañías, pero parece que se olvidó del compromiso que hizo con mi mamá.

-¿Cuál compromiso?

-¿No le prometiste que me cuidarías durante todo el viaje?

-Tienes mucha razón corazón, ayer pasé por aquí, toqué la puerta pero parece que estabas dormida y no quise molestarte, yo sé que cuando uno se siente mal desea estar solo y tranquilo.

Irma y la camarera se despidieron de la pianista, se marcharon porque no habían terminado su trabajo. Marañón continuó un rato más, pero al final se marchó también cuando vio que yo me acomodé en los pies de la cama con la clara intención de hacer más prolongada mi visita. A los pocos minutos de entrar en su camarote, nos encontrábamos solos, prendí un cigarro enviando el humo en una dirección que no le molestara.

-¿Sabes una cosa? Anoche tuve mucho miedo y pensé ir para tu camarote.

-¿Por qué no fuiste?

-Es que temía que en uno de esos bandazos, alguna puerta pudiera darme un golpe, mira, la del baño me dio uno aquí. Se sube el pullover y me muestra un hematoma a la altura de la cadera. Era cierto lo que me decía, como comprobé a primera vista, pero lo que más me llamó la atención, no fue el golpe, sino el mensaje que me había enviado sin intermediarios. Unos años atrás no me hubiera dado cuenta, pero había pagado la novatada en varias ocasiones y hacía mucho tiempo que yo no era un muchachón. Estaba seguro de que yo no le caía mal y de eso me di cuenta desde el primer día que visitó el buque. Aún así, la experiencia me ha enseñado a ser cauteloso y no precipitar los acontecimientos. Por lo general me gusta luchar las cosas, conversar y convencer.

-¿Sabes una cosa? Debiste haber vencido el miedo y yo me hubiera pasado toda la noche velando tu sueño. La realidad era otra, me alegraba mucho de que aquello no hubiera sucedido, esa noche la pasé en el camarote de Irma.

-¿Estuviste casada alguna vez?

-Si, pero el matrimonio no duro mucho tiempo, durante dos años fuimos novios, pero después de casados nuestras vidas se convirtieron en un verdadero infierno.

-¿En tan poco tiempo?

-Imagínate, nuestras relaciones sexuales se limitaron a una vez por semana y existieron momentos que duraron más. Muchas veces, cuando nos acostábamos, yo trababa de provocarlo con ciertas coqueterías propias de mujeres, rozándolo con una pierna, etc., y como respuesta a mis demandas amorosas, en varias oportunidades me lanzó patadas.

-¿Qué profesión tenía él?

-La misma que la mía, él es músico también.

-No le notaste alguna inclinación homosexual.

-No, por el contrario, él andaba con otras mujeres y parece que le dejé de gustar.

-Es una pena, parece que no tuviste suerte con la selección.

-Es cierto y llegué a sentirme tan defraudada que hice cosas absurdas para vengarme de él. Pagué con mi inexperiencia, porque hubo hombres que llegaron a tratarme como una vulgar prostituta. Hubo momentos de mi vida en que llegué a sentir desprecio por los hombres, después me di cuenta que estaba equivocada. Por ejemplo, tu eres un tipo diferente, eres muy dulce y comunicativo.

-En eso tienes razón, creo que el éxito que he tenido con las mujeres en mi vida, se deba al respeto y delicadeza con la cual las he tratado. Sabes, cuando voy en busca de ellas no distingo entre una profesional y una prostituta, para mi cualquiera de las dos es simplemente una mujer y como tal las trato. No frecuento los prostíbulos, el dinero que nos pagan sabes que es una miseria y no alcanza para satisfacer las necesidades de una familia. Otra razón muy fuerte lo es que siento gran temor por contraer cualquier enfermedad, mas ahora que existe el sida. Esto no quiere decir que en mis años mozos yo no lo haya hecho y con toda sinceridad te digo, al final terminaba con un sentimiento de arrepentimiento muy grande.

-¿Por qué? Preguntó ella deseosa por saber más de mi vida.

-Porque concibo el acto sexual de una forma diferente a lo que se hace con una prostituta, para mí el acto sexual lleva implícito hasta un poco de arte, acompañada de una fuerte dosis de imaginación. Debe haber una entrega total en la pareja, sin límites, prejuicios, tabúes, etc. La pareja debe encontrarlo todo normal para lograr la máxima satisfacción, debe existir entre ambos mucha comunicación y confianza, en resumen, deben quedar satisfechos los dos.

-Estoy de acuerdo contigo, creo que muchos de esos factores faltaron en mi vida matrimonial y el resultado ya lo conoces.

-Son esas fuertes razones por las que no comparto la cama con una prostituta, son muchas las limitaciones que impone su oficio. Sin embargo, esto no quiere decir, que durante esta penosa vida que llevamos los marinos cubanos, de vez en cuando, yo no me haya sentado a beber en un bar donde trabajan mujeres de este oficio. Puede que después de gastar horas conversando con ellas, alguna se haya enamorado de mí. Es algo muy difícil que suceda, pero es cierto y todo se debe a que esas mujeres son seres humanos igual que nosotros, con corazón, sentimientos y los mismos problemas con los que enfrentamos la vida. Por eso las trato como seres y no como una máquina de sexo.

-¿Sabes una cosa chiquito? Me tienes un poco asombrada, nunca pensé que dentro de este ambiente totalmente desconocido para mí, existieran hombres como tú. Yo los imaginaba rudos, hostiles, vulgares, borrachos y curtidos por la dura vida que en realidad deben llevar. Sin embargo, veo que he estado equivocada por mucho tiempo y que el mundo donde yo vivo, el de las personas más cultas de la sociedad, es un mundo vacío y falso, quizás más vulgar que el de ustedes.

-¿Por qué me dices esto? Sinceramente, no te entiendo.

-Lo digo porque encontrar hombres es muy difícil y los pocos que existen están ocupados. El resto, un gran por ciento de ellos, son generalmente homosexuales y los que no lo son, es muy difícil que se expresen en la forma que tú lo has hecho de las mujeres. Créeme, estoy asombrada, es de suponer que dentro de mi medio la gente posea mucha más cultura que en tu mundo. El día que te hablé de las cosas que había hecho para vengarme de mi ex marido, fuiste capaz de encontrar una razón que justificara mi forma de actuar, tal vez los cultos me calificarían como una prostituta.

-¿Sabes cuál es el quid de la cosa?

-No, si no me explicas.

-El principal problema radica en que esa cultura de la que me hablas, no se adquiere en otra escuela que no sea la propia vida y en esa escuela yo ingresé muy temprano. La viví intensamente y el único libro que se lleva para estudiar es el corazón.

-Tienes razón y fíjate, no me digas mas fiñe, yo tengo 28 años de edad.

-Eso te lo digo con mucho cariño y espero que no te hayas ofendido.

-Es una broma, bobo, puedes llamarme como más te guste.

-Cambiando el tema, aquellos collares de los que me hablaste algo, ¿es real que tienes el santo hecho?

-No te mentí, yo tengo hecho Changó.
 
-Chica, yo pensé que en la medida que la gente tenía más cultura, creía menos en esto.

-Déjame aclararte que estás terriblemente equivocado, es muy probable que donde más se practique la santería en Cuba, sea dentro del ambiente de la cultura.

-De verdad me has dejado frío, ¿por qué te lo hiciste?

-Cuando yo era pianista acompañante del Ballet Nacional de Cuba y estábamos próximos a realizar alguna gira en el exterior, tenía que abandonar la misma porque siempre me pasaba algo. Si no se me inflamaban las manos, se me infectaban con hongos, algo me sucedía constantemente y tenían que ver únicamente con mis manos,  debes suponer que dependo de ellas para mi trabajo. Acudí a los médicos en varias oportunidades y nunca me dieron una explicación satisfactoria. Un día, alguien me recomendó consultar a un santero. El es hoy mi padrino y a partir de entonces no me ha sucedido nada que interrumpa mi trabajo.

-Yo nunca le había preguntado sobre esto a nadie, sobre todo por respeto. Hoy me picó la curiosidad, tú sabes que hasta hace poco había una represión invisible contra todo aquel que practicara cualquier tipo de religión.

-Bueno, esa represión era con los de abajo, porque los de arriba bastante metidos están en esto.

-El caso es que si tienes fe y todo te va bien, no te lo critico, cada persona es un mundo que debe ser respetado y sobre eso tenemos que aprender mucho. Bueno, cambiando el tema y aprovechando que tenemos más confianza, ¿puedo hacerte algunas preguntas indiscretas?

-Depende de lo que sea indiscreción para ti, no me opongo, hazlas con toda confianza.

-Creo más conveniente cerrar la puerta del camarote, es que me molestan las miradas indiscretas de los curiosos cada vez que pasan y lo hacen con malicia.

-Ciérrala sin pena, así estaremos más cómodos. Las cosas me estaban saliendo tal y como yo deseaba que fueran. Después de cerrarla había más intimidad entre ambos y podíamos expresarnos libremente sin el temor de ser interrumpidos por algún inoportuno saludo. A medida que pasaba el tiempo yo ganaba más terreno en la vida de la pianista y esta situación inesperada, no estaba comprendida en mis planes, es muy probable que pudieran entorpecerlos. Pocos segundos transcurrieron en silencio mientras cerraba la puerta y quise romperlo con un poco de broma, solo para espantar cualquier temor nacido por esta acción.

-Fiñe, ¿alguna vez has hecho el amor en un tren?

-Si, lo he hecho. Me contestó con una sonrisa pícara, de verdad parecía una niña en su cama.

-¿Dentro de una guagua?

-También lo he hecho.

-¿Y en un barco?

-En barco también.

-¡Oye chiquita! ¿En cuál barco? Pregunté haciendo el papel de estar enojado.

-Oye no te preocupes que no ha sido aquí, fue en uno soviético donde yo iba de pasajera.

-Mas te conviene que así sea, tú no sabes lo celoso que yo soy. Se echó a reír.

-Ven acá pícara, ¿llegaste a hacer el amor en ese barco en medio de un mal tiempo como éste?

-No, el tiempo estaba magnífico.

-Entonces es la única ventaja que tengo sobre ti, ¿no te gustaría probar que se siente?

-¿Con quién?

-Por supuesto que conmigo.

-Pero tú eres casado.

-Es cierto, pero ahora solo existimos tú y yo, mas la oportunidad de disfrutar de un momento del cual no tengamos que arrepentirnos nunca y recordarlo con placer, aún cuando dejemos de vernos.

-La realidad es que tú me gustas y eso lo sabes desde el primer día, pero sabes también que no me siento bien.

-Yo voy a hacer todo lo posible para que te sientas mejor a partir de este momento, ya verás. Diciendo esto le tomo las manos y no soy rechazado, sinceramente sentía pena porque de verdad llevaba dos días sin bajar al comedor. Sin embargo, yo llevaba dos horas hablando con ella y sus síntomas de mareo habían desaparecido. Me acosté a su lado, era diminuta, no recuerdo haber estado nunca con una mujer tan pequeña, pero aquella diferencia no se notaba mucho en la cama, Zenaida no aparentaba en nada tener 28 años, quien la observara detenidamente podía calcularle con facilidad unos 16 años. No pude soportar la tentación de acariciar su bello pelo y besar su cara casi infantil.

-Acuérdate que la puerta no tiene seguro puesto. Me dijo preocupada.

-Pero es que aquí no puede entrar nadie sin tocar la puerta primero y tú permitir que pase después.

-Pásale el seguro porque ese tipo tiene la costumbre de entrar sin tocar la puerta, por eso no puedo dormir desnuda. Me dijo esto señalando con el índice en dirección al camarote del Capitán.

-¡Mira fiñe! Aunque ese hijo de puta sea el Capitán, no tiene el más mínimo derecho a entrar al camarote de una pasajera sin su autorización. Si sucede algo anormal, le puedes dar un escándalo y estoy seguro de que no la va a pasar muy bien.

-Imagínate, yo no sabía qué hacer en este caso.

-Muy sencillo, amenázalo y si no entiende, dale un escándalo. Diciendo esto me levanté y le puse el seguro a la puerta. Volví a la cama muy cerca de ella, mi nariz rozó la suya y sobrevino el beso. Ella tenía los labios muy secos y los moje con los míos, nos pegamos más hasta formar un solo cuerpo, con mis manos casi temblorosas recorrí cada pulgada de su hermosa figurita. Comencé a sentir como me subía la temperatura y se agitaban nuestras respiraciones, luego fui levantando su pullover, hasta descubrir unos hermosos y sólidos senos juveniles. Sus pezones contrastaban con su piel canela, eran casi rosados y no oscuros como suelen ser con las mujeres de su color. Aquel contraste era bello, los acaricié y acompañé de besos, ya nada podía detenerme. La fui desnudando y sin darme cuenta yo lo estaba también. Ahora me sentía tenso, nervioso, algo andaba mal y le pedí que tomáramos un baño.

En medio de aquella tormenta era muy difícil mantener el equilibrio, peor aún con el piso mojado. Fue muy peligroso, pero así la fui enjabonando y mientras se aguantaba la abracé. El roce de nuestros desnudos cuerpos me produjo una sensación maravillosa, debajo del chorro de agua la crisis iba pasando hasta convertirse en desesperación por poseerla. De nuevo en la cama fuimos uno y recorrí todo su cuerpo. Fue sublime el sexo con ella, algo divino, como un rito de entrega a sus dioses, no podía imaginar que aquella muñequita abrigara tanto arte para producir amor. Creo que por vez primera me habían robado la iniciativa con tanta maestría y no pude escapar de aquel embriagador asombro.

Acordamos dormir en mi camarote cuando terminara la guardia y nos despedimos convencidos de que entre nosotros quedaba establecido un lazo no difícil de romper, pero imposible de olvidar. Ambos nos descubrimos en unas condiciones que no ofrecían la más mínima esperanza y al menos yo lo sabía. Una vez traspasado su puerta la duda me atacaba, su primera pregunta sin respuesta era, si toda esta nueva aventura no entorpecería mis planes. Dudaba porque las mujeres son muy observadoras y cualquier error podía delatarme. Algo que también tenía en mi contra,  no podía confiar en ella, apenas la conocía. En Cuba cualquier cosa podía transformarse en sorpresa, no debía descartar la posibilidad de que también fuera agente de la seguridad del estado ¿paranoia?. Mientras me cambiaba de ropa, pensaba una y otra vez en esa posibilidad. La duda, nuestra gran compañera me invadía ahora, de ser así tendría que ser una agente perfecta. Hay cosas que se pueden fingir con estudiados movimientos, como lo es el acto sexual. Creo que nunca se puede llegar a la perfección, si no se siente y se disfruta lo que estás haciendo como lo hizo ella, pensaba y trataba de esquivar pesimismo en esos pensamientos. Aquellos minutos no fueron fingidos y de ello yo estaba muy convencido, supe responderme y me aferraba a la idea de tener muy buena experiencia en este campo. Pero las mujeres, ellas nos superan en inteligencia, son audaces y pueden fingir como nadie. En medio de aquella confusión y temores partí para mi guardia.

Llegué al puente con una alegría interior incalculable, la alegría normal del macho vencedor ante una nueva aventura. Dentro de todas esas ideas reales o absurdas que corrían por mi mente, aparecía una nueva e inesperada figura. Tenía que calcular mis palabras y movimientos, no debía confiar. Por lo general, la cama es el lugar donde existe más comunicación y se revelan los secretos, debo evitar ese confesionario, pensaba incesantemente. Por lo visto, la despedida de mi país tendría un matiz más agradable, puedo considerarme un afortunado, miles han perdido la vida en este intento por escapar del paraíso. 

El mar continuaba aumentando su fuerza, ya la velocidad no sobrepasaba los 4 nudos y desde hacía menos de ocho horas, el Capitán había cambiado el rumbo hacia tierra en busca de aguas de sonda para ver si la marejada disminuía. Aproximadamente a las siete de la noche, recibimos un parte meteorológico y comprobamos que la baja barométrica que nos afectaba, se había convertido en una tormenta extra tropical, y se desplazaba paralela a unas 100 millas de nosotros. El Capitán tomó la decisión de poner un rumbo inverso para dejarla pasar, el buque estaba sufriendo mucho.

-Casañas, anuncia por el intercomunicador que vamos a realizar un giro para ponerle la popa a la mar.
Aunque suena fácil decir esto por el intercomunicador, orden que cumplí inmediatamente, es posible que para la mayoría de los tripulantes aquellas palabras no significaban nada. Si embargo, para la persona que conoce las condiciones pobres de estabilidad del buque significan mucho, más aún cuando se ha vivido una experiencia de este tipo. Si se calcula mal el sincronismo de las olas, se puede poner el barco de sombrero, este riesgo se duplica de noche por lo difícil de observar las olas. Otro factor importante es el humano y este salvaje que teníamos de Capitán, distaba mucho de aquellos con los que viví la peligrosa experiencia. A nadie le importó aquella noticia, creo más bien por ignorancia, sin embargo, los viejos Capitanes reunían a sus tripulaciones en la popa con los chalecos salvavidas puestos, hoy la técnica va embruteciendo a los hombres.

-Timonel, todo a babor. Ordenó el Capitán.

-Todo a babor. Repitió como un eco el timonel.

-Ve cayendo hasta rumbo giro 220 grados.

-Cayendo a rumbo 220 grados.

No me moví un solo instante de la consola del puente en lo que se realizaba el giro. no sé por qué, estaba sumamente atento a cualquier movimiento brusco del buque. Increíblemente, con todos los adelantos técnicos que poseía ese barco, carecía de un clinómetro en el puente. Es una especie de péndulo graduado en grados que indica la inclinación y esto, había que agradecérselo al estúpido Capitán que estaba dirigiendo la maniobra. Lo digo porque él participó en la supervisión de la construcción del mismo, pero bueno, esta situación carece de importancia en un país donde suceden cosa peores.

Afortunadamente fuimos cayendo al rumbo inverso con la ayuda de Dios, el barco no dio ningún bandazo peligroso y el movimiento se hizo más soportable cuando la mar se puso de popa. Ahora íbamos para atrás, cuán difícil se me estaba volviendo esta huida. Todavía quedaba una hora de guardia y me quedé nuevamente solo con el querido timonel. Volvían a ocuparme los pensamientos y viajaba mucho más rápido hacia el pasado.

La navegación ahora era más suave con el mar de popa, no sentíamos las violentas cabezadas que estremecían todo el buque, mi guardia se iba acercando a su fin y hoy más que nunca deseaba que así fuera. La entrega fue rápida y como un rayo me dirigí al camarote donde esperaría con ansiedad a mi niña. Ella llegó unos quince minutos después que yo y como no había comido la obligué a tomarse un vaso de leche condensada con café. Tirados en la cama conversamos de todo un poco, de mi familia, de la suya, su matrimonio, el mío, etc., hasta que me di otro baño.
Esta vez ella fue más maravillosa y yo continuaba sin salir de mi asombro, puedo jurar que nunca me había sucedido algo semejante. Hicimos el amor por mucho tiempo, tuvo que haber pasado más de una hora, unas veces era ella quien lo hacía todo, otras era yo. No quería quedarme atrás y me vi obligado a sacar todo el repertorio de las ocasiones especiales, el momento lo exigía. Maniobrar con ella era muy fácil, no por lo liviana, era como si adivinara mis pensamientos, sabía perfectamente que posición adoptar y encima de mí, se movía como una pluma. 

Después del orgasmo ambos quedamos como muertos, prendí un cigarro y pensaba, cada palabra nuestra iba tomando más sentido que el usual para encuentros fortuitos, nos íbamos compenetrando sin darnos cuenta. A veces trataba despertar de mi sueño pero realmente estaba despierto, comenzaba a divagar en una especie de delirio, veía esfumarse mi plan de fuga y seguirla hasta España. Por mucho que le pidiera no se ilusionara conmigo, menos comprendía y lamentaba que el destino nos hubiera unido de una manera tan fugaz. Me dijo que si alguna vez me encontraba solo, que fuera por ella, sus palabras me conmovían y quería no creerlas, al parecer, ella era realmente feliz y yo comenzaba a serlo en su compañía.

Esa noche dormí a pequeños intervalos, me sentía extraño con aquella muchachita al lado, tan cerca, que nunca fuimos más de uno. A las cuatro menos cuarto sonó el teléfono para avisarme que entraba de guardia, luego, pasaría el gordo para comprobar si me había levantado. Ella comenzó a vestirse para subir a su camarote en lo que yo partía a mi guardia, nos despedimos con un beso.


Nov.9 de 1991.

Otra vez el silencio de la madrugada como cómplice de mis pensamientos, la imagen de mi familia y más adelante un vistazo a lo que fue mi vida. Que triste y alegre, cuanto sacrificio para llegar a ser algo y cuanto dolor para dejarlo. Viajan a una velocidad vertiginosa los amigos, las novias, los barrios, la manera de luchar para tratar de vestirnos en la juventud, una edad difícil para cualquier persona, irrepetible.
El tiempo fue mejorando notablemente, la guardia transcurrió en silencio como siempre y el timonel dormido sin que me importara, no interrumpía mis pensamientos. No llegaban en orden cronológicos como se leen ahora, pero fueron llegando y quería saber cuál era mi culpabilidad en la destrucción de un país, siempre supuse haber trabajado para su bien.
Collejo trajo el café y ya los madrugadores lo estaban esperando, hoy subió el Político de a bordo llamado Leal y el electricista Marañón. El tema de sus conversaciones eran para alabar al gobierno, todos los días la misma porquería, por suerte me queda poco.
Cuando terminé la guardia bajé como siempre, como un león hambriento a desayunar y ya Irma me estaba esperando, se había convertido en algo normal ultimar detalles para evitar errores.

-Fíjate, Casañas, déjate de jodedera.

-Coño Irma, ¿qué es lo que te pasa ahora?

-A mí no me pasa nada, me refiero a tus relaciones con la pianista.

-¡Coño chica!, ¿cómo te has enterado de esto?

-Tú sabes cómo son los barcos, aquí se sabe todo y te digo una cosa, tú no la conoces a ella y nos puede embarcar.

-No te preocupes por ella, la chamaca no está en nada, te lo aseguro.

-¡Carajo, no te entiendo!, si lo de nosotros es venderle a esto, yo no veo la cabrona necesidad de que te acuestes con ella, hace solo unos días salimos de La Habana y allá tenías a Clarita y a tu mujer.

-¡Irma, cálmate! No empieces a coger lucha con esa chamaca que no te ha hecho nada.

-Ese no es el problema, acuérdate que para la gente tu dormiste en mi camarote y esto de ahora no estaba en el programa, ¡coño, lo vas a joder todo!

-Estate tranquila que nada va a pasar, te lo aseguro.

-Bueno tú eres mayor de edad y mi mayor desconfianza es que todo en la cama se habla.

-Bueno, ¿cómo te enteraste de esto?

-Olvídalo, te repito que en un barco todo se sabe.

-Bueno, no te preocupes y quédate tranquila, me voy a dormir.

Me fui al camarote un poco preocupado por el nerviosismo de Irma y pude dormir algo. Caí como muerto, llevaba muchos días de tensión y el cansancio me venció gracias a Dios. Al mediodía y después de almorzar, fui para mi oficina con la intención de organizar un poco aquel reguero y confeccionar los planos de carga en la computadora. Al poco rato se apareció la fiñe y todo quedó como lo había empezado. Nos fuimos para el camarote y acostados hablamos durante más de una hora.

-Atiende bien lo que te voy a decir, te voy a dar algunas direcciones de amigos míos en España, son de Castellón de la Plana, Santander y Bilbao. Te las doy por si acaso en tu recorrido andas por allá y necesitas ayuda, ellos son muy buenos amigos míos.

-No creo que eso deba preocuparte ahora, de aquí a España falta bastante y tienes mucho tiempo por delante para dármelas.

-Eso no importa, de aquí a España se me puede olvidar y es mejor que las tengas desde ahora. También quiero que te quedes con el casete de Barbra Streissand que tanto te gusta, guárdalo como un recuerdo mío y te acuerdes de mí cuando lo oigas.

-Antes de llegar me lo das todo.

-Te repito, te lo llevas hoy junto con las direcciones. Tomé una hoja en mi escritorio y de la última hoja del libro "Manual del Oficial de Derrota", extraje las direcciones de mis mejores amigos que más tarde obligaría a llevarse para su camarote. Como no teníamos nada importante que hacer, nos acostamos desnudos y nos tapamos con una sábana. Ya la temperatura era más fresca en el interior del buque, habían retirado el aire acondicionado. Así pegaditos, como nos acostumbrábamos a estar, seguimos conversando pero ahora de algo más serio.

-¿Puedo confiarte algo?

-Si no lo haces conmigo que has compartido tu cuerpo, no sé con quién podrás hacerlo.

-Quiero proponerte que te quedes conmigo en España y que formemos una pareja, deseo tener un hijo tuyo.

-¿Sabes lo que me estás proponiendo?

-Por supuesto que sí.

-¿Lo has pensado bien?

-Con lujo de detalles.

-Pero hay cosas que me parece no has analizado profundamente.

-¿Cuáles, por ejemplo?

-Fiñe, la más importante, mi edad.

-Eso no tiene importancia si nos queremos.

-La tiene aunque llegáramos a amarnos, que no lo creo tan difícil.

-Pero mi corazón, cuántas parejas no existen en el mundo con una diferencia de edad como la nuestra y han vivido una eternidad.

-Tienes razón, pero esas parejas no se llaman como nosotros. Yo tengo cuarenta y dos años y tú tienes veintiocho solamente, dentro de diez años yo tendré cincuenta y dos, tú treinta y ocho, matemáticamente la cuenta no da como puedes observar. A esa edad yo no podré satisfacer tus demandas sexuales, es una ley de la vida. Con tu edad para ese entonces, tu apetito no debe haber mermado mucho. Seamos realistas, vamos a vivir este momento y tratemos de que para los dos sea inolvidable.

-Si te hago este planteamiento tan serio, es porque te quiero, es posible que te niegues a creerlo. No necesito más tiempo para comprobar que estoy segura de ello, yo sé que podemos ser muy felices y que no solo uno, yo estaría dispuesta a darte más hijos y formar una familia contigo. No puedes imaginarte esto porque todo ha sucedido así de pronto y es muy difícil de explicar, pero son cosas del corazón y en ese lugar, no manda el cuerpo.

-Yo te creo todo y no puedo ocultar que siento algo por ti y una separación la voy a sentir en el alma, pues tal parece que te conozco desde hace mucho tiempo. Soy poco expresivo pero creo habértelo demostrado en cada minuto que estamos juntos, ya el tiempo que estoy alejado de ti me parece más largo, pero has olvidado que también tengo una familia esperando mi regreso.

-Yo sé que tienes mujer e hijos, pero nosotras tenemos un sexto sentido y éste fue el que me dio valor para hacerte el planteamiento. Quiero que sepas que nunca había sido tan feliz con un hombre, piensa todo lo que te he dicho. Desde aquí hasta España tenemos tiempo para analizar todas las ventajas y desventajas, durante la travesía que falta podremos conocernos mejor.

-Hay otra cosa.

-¿Cual?

-Que yo no tengo pensado quedarme y si algún día lo hiciera, no sería en España.

-¿Por cuál razón?

-La primera es que España está en Europa, muy lejos de Cuba y con muchos problemas para los inmigrantes.

-Entonces qué me aconsejarías?

-Lo primero que te aconsejaría es que no tengas esta conversación con mas nadie, si decides llevar a feliz términos tus propósitos.

-No te preocupes que eso no sucederá, pero si un día decidieras hacerlo, ¿dónde lo harías?

-Chica si yo me fuera a quedar, lo hiciera en Canadá o en Holanda.

-¿Por qué?

-Porque siempre he vivido enamorado de estos países desde la primera vez que los visité y porque en Canadá, el que reclama refugio recibe apoyo del gobierno y nunca te dejan desamparado.

-Te entiendo, pero yo puedo levantar cabeza durante el tiempo que me dure el contrato.

-Yo no te aconsejaría desertar allí, luego, si las cosas salen mal estás muy lejos y según tú me dijiste, creo que tienes familia en los Estados Unidos. Para ellos sería mucho más cómodo ayudarte encontrándote en Canadá, deberías pensarlo mejor.

-Eso haré.

Cruzó unas de sus piernas sobre mi muslo y el roce de sus vellos me excitó tanto que no pude evadir el deseo de hacer el amor .Suavemente la fui colocando sobre mí mientras nos besábamos, después, la tomé por las axilas y la fui deslizando por mi cuerpo hasta que logré alcanzar sus senos, donde me detuve por un instante. Nuestras respiraciones se hacían cada vez más intensas y llegó su primer suspiro, continué aquel movimiento en busca de su ombligo y seguí. La fui alzando sin mucho esfuerzo hasta que quedó sentada sobre mi pecho y ante mí, muy cerca de mis labios, mis ojos y mi nariz, la hermosa imagen de su pequeño y tierno sexo.
Podía sentir su temperatura y embriagarme con ese agradable olor a hembra que venía desde lo más profundo de su cuerpo. La fui inclinando sobre su espalda y su pelo fue descansando sobre mis rodillas. Después, su hermosa cabecita y toda su ardiente figurita me quemaba. Con pasión la besé y bebí el néctar de aquel manantial de aguas tibias, creo que llegaba desde su alma. Hicimos el amor y nos quedamos desnudos sobre la cama sin hablar, había poco que decir. Nos dormimos unos minutos o quizás pensamos que así fuera, dormimos una eternidad y por instantes que parecían siglos junto a ella, escapábamos de la miseria. Por nuestras mentes y nuestros corazones pasaban ahora las mismas ideas y los mismos sentimientos. Yo iba dispuesto a quedarme y estoy seguro de que ella por aquel sentido extra que tienen las mujeres, comenzó a sospecharlo, pero nuestros planes eran distintos. Si los suyos hubieran cambiado, no la abandonaría hasta que decidiera su destino. Pero no podía correr el más mínimo riesgo, debía pensar en todo momento que tenía la responsabilidad y compromiso de ayudar a Irma y no podía jugar con su libertad.

A las cuatro ella subió a su camarote y yo a la rutina de siempre, ya habían cambiado el rumbo del buque nuevamente y nos dirigíamos nuevamente hacia Canadá. La marejada disminuía progresivamente y la vida se tornaba soportable. Como la telegrafía estaba al lado del puente, podía escuchar a algunos tripulantes hablando por teléfono con sus familiares. La esposa de Lesme el sobrecargo me envió saludos, fuimos vecinos durante muchos años. Lo mismo hizo la esposa del negro Macías, mi mejor amigo, al que con mucha pena mantuve marginado durante todo el viaje para que no cayeran sospechas sobre él. La fiñe también habló, oía claramente la conversación de todos. Después que terminaban de hablar, pasaban por el puente a contarnos las buenas nuevas de sus familiares o sencillamente entraban a tomar café. La guardia fue más amena y el tiempo corrió rápido esta vez. A las ocho y cuarto llegó Zenaida al camarote y la observo muy nerviosa.

-¿Qué te sucede?

-¡Mira! Me dice mostrándome un hematoma en el brazo derecho.

-¿Cómo te diste ese golpe?

-Forcejeando con el Capitán.

-Explícame porque no entiendo nada.

-El Capitán quiso violarme a las cinco de la tarde cuando estabas de guardia.

-¡Coño, fiñe! ¿Por qué no gritaste?

-¡Tuve mucho miedo, Esteban! Ese tipo parecía un loco, fue mucho el miedo que sentí.

-¡Cojones!...... Ahora mismo, si quieres, llamo al Sec. del Partido y al Político para formarle un escándalo a ese hijo de puta. Para mí hubiera resultado más fácil haber entrado en el camarote de aquel miserable y caerle a trompadas. Sin embargo, algo me recordaba que debía evitar todo problema que se me presentara en lo que restaba de travesía, tampoco podía correr el riesgo de caer en una trampa en el caso que así fuera. 

-Tengo mucho miedo, Esteban. Yo creo que lo mejor será terminar el viaje en tu camarote.

-Eso no es ningún problema, pero tengo deseos de subir a descojonar a ese maricón.

-Mi cielo, cálmate y no compliques más las cosas, de todas formas él no logró su objetivo.

-Pero el asunto no es ese, él te tiene que respetar como pasajera que eres y me tiene que respetar como hombre.

-Relájate, acuérdate que mi propósito es largarme de este país y no olvides que tú no eres militante de ese cochino partido ni yo tampoco. Es muy seguro de que no crean nada y le den la razón a él y cuando menos traten de encubrirlo.

-¡Coño! Por todas estas mierdas estamos tan jodidos, por eso está así ese cabrón país, por estar aguantando como maricones.

-Nosotros no podemos arreglarlo, todo el mundo hace lo mismo.

-Lo mismo, sí, aguantar como pendejos.

-¿Qué otro remedio nos queda?, nosotros solos no podemos hacer nada.

-Voy a preparar un poco de café con leche, no le abras la puerta a nadie.

-No te preocupes.

En el salón había tripulantes viendo televisión, algunos me dirigieron bromas cargadas de ironía, yo se las aceptaba con gusto porque en términos generales la tripulación no era mala, debió haber sido una de las más pacificas que navegó conmigo. Después de preparar el café con leche, atravesé el salón nuevamente y las bromas se repitieron.
Nos comimos el bocadito que me preparaban para la guardia y después de tomarnos el café con leche. Nos acostamos desnudos y hablamos unos diez minutos, minutos más tarde nos encontrábamos haciendo el amor nuevamente. No puedo negar que la fiñe ejercía una gran atracción sobre mí y que estar a su lado me excitaba y no podía evitar el poseerla nuevamente, ella también dejó huellas casi imposibles de borrar. Relajados y agotados nos quedamos profundamente dormidos.



Motonave "Viñales"


Nov.10 1991

De nuevo suena el teléfono a las cuatro de la mañana, en lo que me preparo para subir al puente, observo a la fiñe en la cama acurrucada como una niñita, le doy un beso pero no abrió los ojos aunque balbuceo algo ininteligible.
En medio del silencio de siempre, ahora pensaba en lo más reciente, lo que le había sucedido a Zenaida y la manera de encontrar alguna forma de poder joder al cabrón del Capitán, de pronto me acordé de algo que muy bien podía hacerle pasar un buen susto.

Antes de la salida del buque de Cuba, serian dos o tres días antes, vino a mi camarote un Oficial de los Servicios de Inteligencia Naval, y al enterarse de que el Capitán no se encontraba a bordo, me entregó un sobre lacrado para que se lo entregara. Aquello me llamó mucho la atención, porque de ser alguna información confidencial, no era normal que se le entregara a una tercera persona. No me asombró para nada porque como estaba la situación del país, a la gente le importaba un comino lo que pudiera suceder y nada era importante ni secreto. En realidad, más importancia tenía el saber que se comería al día siguiente, o de qué forma se regresaría a la casa cuando se terminara de trabajar. Las condiciones del transporte empeoraban por día y solo quedaba como opción la bicicleta, otro gran problema cuando se está mal alimentado. Fuera de eso, para la gente nada tenía sentido. Yo guardé aquel sobre en mi buró y me había olvidado de él, esa sería mi venganza, me lo llevaría conmigo, aunque fuera un susto tenía que llevarse ese hijo de puta. Creo que fue un pensamiento algo infantil, nada le ocurriría y sobre mí recaería todo el peso de una traición a la patria, me lo llevé.

Tome un sorbo de ese café frío con mas sabor a veneno que a otra cosa y prendí un Popular, que según anunciara el dueño de la finca un día, estaba mezclado con otras yerbas para así poder exportar más tabaco. Por el olor que despedían estos cigarrillos, yo creo que finalmente eran hechos de yerbas solamente, sabían y olían a mierda.

Ahora más calmado, regresaba a mis pensamientos de siempre para matar el tiempo, era una especie de tortura. El mar estaba tranquilo, la temperatura bajaba en la medida en que ganábamos latitud y casi no había tráfico en la zona. Sigo con mis pensamientos para agotar la guardia. Que agradable es recordar los buenos momentos vividos, en esa isla debe ser un privilegio contar con esos momentos que les hablo. A veces me río solo cuando pienso, llegan mis barrios, mis jevitas, no faltaron las buenas mulatas, las fiestas que organizábamos con cualquier cosa para vencer el tedio y la monotonía. No podía faltar el sexo, era lo más común, a veces no contábamos con otra alternativa y luego hasta eso era difícil de hacerlo. Se cerraron muchas posadas, era como si el bloqueo también se ensañara con lo que llevamos debajo de los pantalones. Mucha gente no tiene motivos de risa, sus vidas han sido algo abstractas, sus juventudes se han visto marchitas, ¿qué recordarán ellos?
Collejo me pidió permiso para bajar a la cocina por el café y eso me hizo volver en mí. La guardia estaba a punto de terminar y no me había dado cuenta de ello. Con el café subieron los madrugadores de siempre y las mismas conversaciones baratas, nada cambia.

Cuando bajé a desayunar Irma estaba esperándome para ultimar detalles, siempre había algo nuevo que tener en cuenta. Hoy nos acordamos de los tabacos que teníamos clavados de contrabando y la forma en que los sacaríamos de nuestros escondites, para entregárselos a un amigo que se encargaría de venderlos y hacerles llegar el dinero a nuestras familias. Yo le confiaría diez cajas que vendidas en España a cien dólares, darían mil dólares con los cuales podían aguantar unos meses de acuerdo al precio del dólar en el mercado negro. Irma le entregaría quince cajas y el producto de esta venta se entregaría igualmente a su hijo. En total calculamos unos $2500 dólares limpios, nosotros sabíamos que se podía vender más caro el tabaco y de esa forma él se ganaría unos dólares también. O sea, el precio que le dimos era bastante conservador, pues en el viaje anterior llegamos a venderlos hasta $140 dólares.

Después de fumarme un cigarrillo en el comedor, llevé algo de desayuno para Zenaida que se despertó al sentir el ruido de la cerradura del camarote cuando abrí la puerta. No quería desayunar, pero lo hizo ante mi insistencia y después me acosté desnudo junto al calorcito de su cuerpo. Pensé que no se volvería a dormir pero me equivoqué, no le costó mucho trabajo volver a empatar el sueño y nos quedamos como muertos hasta el mediodía.

Bajamos a almorzar, la fiñe lo hacía en otra mesa, yo comía junto al Jefe de Máquinas, el Capitán y el Segundo Maquinista. A partir de ahora no me encontraría mas con el hijoputa de Humberto Vázquez, ese era el nombre de ese individuo que ocupaba la plaza de Capitán en el buque. Hoy no siento ningún pudor o pena en mencionarlo, algún día tendrá que pagar por todo lo que hizo en ambas flotas, en la mercante y en la pesca. Con diferentes pretextos se excusaba para no ir a comer, pero el verdadero motivo lo conocíamos la pianista y yo. Me llamó mucho la atención de que a partir de las relaciones conmigo, a Zenaida no le sobrevinieran los vómitos ni los mareos. Me parece haber descubierto de esta forma que, tener el sexo daba mejores resultados que todas las píldoras inventadas para ello. Cuando se lo comenté se echo a reír y me dio la razón, habíamos realizado un gran aporte a la ciencia, pero estaban jodidos los que padecieran de impotencia y las mujeres solteronas.

Después de almorzar nos volvimos a acostar desnudos y conversamos durante un gran rato. Al final siempre caíamos en lo mismo, el sexo, parecía que nos encontrábamos de luna de miel. No sabíamos cómo parar aquella fiebre que se convertía en un vicio, donde cada acto aportaba alguna experiencia nueva, tampoco teníamos mucho interés en parar aquello. Hoy Zenaida llevó la voz cantante, disponía y ordenaba silenciosamente a su antojo, pidió que me diera la vuelta y recorrió todo mi cuerpo rozándolo con su pelo. Después repitió esta operación con la punta de sus senos, la sentí recorrer toda mi espalda hasta los pies. Luego, insistió en mis nalgas hasta que sus tetillas pasaron entre ellas. Más tarde se acostó sobre mí, mientras me pasaba la lengua por la nuca, el cuello y la espalda, haciendo unos casi imperceptibles movimientos. Cuando estuvo a punto de concluir y pedirme que me volviera, sentí que mis nalgas estaban mojadas como fruto de estas eróticas fantasías, otra vez terminamos muertos.

Sinceramente, durante toda mi vida de aventurero como marino y hombre al fin, me encontré con mujeres que me sorprendieron, creo que cada una es una caja de sorpresas. Cada cual es un misterio que siempre me ha atraído poder descubrir, unas sobrepasan lo sublime y otras quedan por debajo de lo ridículo. Sin embargo, éstas son las más importantes ya que generalmente son mujeres frustradas en sus relaciones por millones de motivos. Después que las enseñas o encaminas en este hermoso mundo del amor, nunca te olvidan y siempre te considerarán el primero. En estos casos están incluidas mujeres casadas y con varios hijos, que al final del curso me manifestaron no haber sentido orgasmos anteriormente. Aquellas fantasías de la pianista no me habían sorprendido porque tuve experiencias más fuertes con otras mujeres y mi divisa fundamental fue pecar por exceso y no por defecto. Siempre di rienda suelta a la satisfacción de la pareja del momento y por ese motivo, nunca dejé de ser tan hombre como el que más. Quedamos profundamente dormidos, desnudos y muy juntos.

A las cuatro de la tarde saqué el mapa que abarcaba las ciudades de St.Stephen, St.John y Montreal. En varias oportunidades medí las distancias entre ellas y eso me dio una vaga idea de que mi fuga no sería un simple paseo. Como los mapas marinos no comprenden las carreteras, sabía que estas distancias se multiplicarían. Esto provocaría ciertos gastos adicionales, pero estábamos preparados para esta eventualidad. Hoy subieron algunos tripulantes por el puente, los de cubierta estaban sin hacer mucho debido a la alta humedad reinante, no le insistí al contramaestre en que realizaran otras labores porque tendrían suficiente tiempo para ello, además, qué me importaba en esos momentos si le daban mantenimiento o no al buque.
Cuando bajé a las cinco y media a comer, observé a la gente más animada, la marejada había desaparecido totalmente y se comenzaron a sacar sus trapitos para protegerse del frío. Irma se veía más relajada pero siempre que podía me jodía con el asunto de la pianista, ya estaba a punto de decirle que no me jodiera tanto y fuera ella la que se acostara conmigo. Tampoco era una mala idea, ella era una buena hembra, creo que solo pensamos en el sexo. Después de la comida regresaba al puente hasta las ocho de la noche y de no subir nadie a conversar un rato, mi mente continuaba con esos viajes interminables a través del tiempo.

Al terminar la guardia fui directo al pantry para calentar el sándwich y preparar un poco de café con leche que compartiría como era habitual con Zenaida en el camarote. Después nos poníamos a charlar de su pasado y el mío mientras disfrutábamos un poco de música. Generalmente, el tiempo que yo tenía libre de guardias lo dediqué a compartirlo con ella, estaba consciente que el reloj avanzaba y cada momento que se consumía restaba del disponible para disfrutarlo al lado de esta maravillosa criatura. En aquellos momentos hubiera deseado que Canadá se encontrara en el Océano Indico para continuar gozando de esta inesperada y dulce aventura, pero el destino nos estaba torturando con una mala jugada, al menos para mí que conocía cuando sería el final de este romance.

Ese cortico tiempo me gustaba pasarlo desnudo junto a ella y mis ojos recorrían constantemente su cuerpecito, tratando de encontrar algún nuevo detalle y grabarlo para siempre en mi memoria. Ella disfrutaba conversar acostada sobre mí, abrazándome con su agradable aliento, apareciendo el inesperado beso que nos trasladaba al acto sexual, Zenaida siempre aportaba algo nuevo que yo disfrutaba con verdadero placer, no era vulgar, aunque en la cama todo es permitido. Adoptaba tal vez las posiciones más obscenas que ser humano pueda imaginarse, pero esta acción la realizaba con tanto arte y maestría; que lo vulgar se transformaba en una sublime divinidad. La penetración era la culminación de nuestro acto, siempre sucedía media hora después de estos arrebatos de locura y pasión. Nos fuimos para la ducha y enjabonamos todo nuestro cuerpo, el roce de ambos produce una sensación extremadamente excitante, en esas condiciones la cargué contra la pared, hasta que llegó el orgasmo. Creo que si este viaje duraba más del tiempo previsto, al final, solo quedaría de mí el pobre esqueleto de un hombre consumido por la pasión de esta niña.
Siempre terminábamos muertos y casi sin poder hablar, desnudos hasta que sin darnos cuenta, volvíamos a caer en el abismo de los sueño, interrumpidos más tarde con el torturador sonido del teléfono.


Nov.12 de 1991

La misma oscuridad y el repetido silencio, unos segundos dedicados a la adaptación de mis pupilas antes de recibir la guardia. El Segundo Oficial me daba detalles orales de la situación que posteriormente yo comprobaría en la carta náutica. Como la visibilidad no era buena, el radar se encontraba encendido y la silla del puente junto a él. Mi timonel en el otro extremo del puente permanecía en silencio, quizás pensando en su pasado como yo o tal vez en su próxima reunión del Partido, el círculo de estudio, los planes de trabajos, los análisis que siempre realizan de lo que nunca se resuelve. En fin, los pensamientos de todos esos cabezas huecas sin criterios y amaestrados como cualquier animal de un circo.

Collejo trajo el café y se puso a limpiar el puente mientras yo ploteaba las posiciones obtenidas por el satélite. Cuando subió el contramaestre le ordené poner al personal de cubierta a limpiar un poco las manchas de los mamparos de proa y las torretas de las grúas.
En el comedor Irma me recordó nuevamente que debíamos sacar el tabaco de contrabando de nuestros escondites para dárselo al amigo que se encargaría de venderlos. Yo le respondí que no se preocupara, teníamos hasta el día de mañana para esa operación. Estos se escondían en los lugares más ilógicos que se puedan pensar, no haré mención de ellos porque delataría la labor de los que antes fueron mis compañeros de trabajo. Solo mencionaré una ocasión, fue cuando ayudé a uno de mis amigos a esconder su contrabando en el techo del camarote del Político. Lo hicimos porque el tipo era un hijo de la gran puta, hoy lo confieso por la seguridad de que esto no volverá a suceder. Los políticos ya no existen como tal, cayeron de la misma manera que lo hizo el Campo Socialista, eso fue algo que se había copiado de ellos y al final el dólar pudo vencerlos.

Le llevé desayuno a Zenaida y como siempre la tenía que obligar a ingerirlo. Después continuábamos durmiendo hasta el mediodía, no me explico cómo podía dormir tanto esta niña.
Luego de almorzar pusimos música y nos acostamos nuevamente como Adán y Eva. Esto me gustaba muchísimo y ella no perdía la oportunidad para encaramarse encima de mí.

-¿Sabes una cosa? Me dijo levantando el rostro y chocando su aliento contra el mío. 

-No, si no me la cuentas.

-Mañana es mi cumpleaños.

-Entonces te prometo que vas a tener el cumpleaños más inolvidable de tu vida.

-Cuando lleguemos a puerto mañana podemos salir y celebrarlo en tierra, yo tengo unos dólares escondidos en el camarote para festejarlo.

-Mejor hacemos una cosa.

-¿Qué cosa?

-Lo celebramos aquí en la intimidad del camarote, como lo hemos estado haciendo hasta ahora.

-¿Y eso por qué?

-Porque mañana yo voy a salir a moverme en un negocio de joyas, si me pasa algo quiero que no tengas problemas para que puedas continuar hasta España.

-Eso me pone muy nerviosa.

-No es para que te preocupes, ya lo he hecho en otros viajes.

-De todas maneras no podré estar tranquila hasta que no regreses.

-Debes estarlo para que no me trasmitas ninguna energía negativa.

-Entonces ponte esto para que te proteja y te de suerte. Terminando de decirme esto se quitó un pulso de plata que tenía puesto.

-¿Eso qué es?

-Es mi pulso de Obatalá y como sabe que yo te quiero, ella te va a proteger. Como no me entraba por la mano lo abrió y volvió a cerrarlo una vez que estuvo colocado en mi muñeca derecha.

-Ven acá, si por una de las casualidades de la vida yo caigo preso y tú tienes que continuar viaje, ¿de qué forma te lo hago llegar?

-No se lo des a más nadie, yo te voy a dejar la dirección de mi mama en Cuba para que se lo mandes.

-¿Tú crees que esto funcione?

-Por lo menos no te hará ningún mal.

-¿Y eso no te afectará en tu santo?

-Ya lo consulté, úsalo y confía en mí. Además, cuando vuelvas por la cocina trae un huevo para hacerte una limpieza esta noche.

-Yo lo voy a traer pero te confieso que nunca he creído mucho en estas cosas.

-Ven acá, ¿quién trajo ese búcaro de flores que tienes sobre el librero?

-Me lo trajo Clarita antes de la salida, se lo recomendó el padrino de religión de Irma.

-Ya me lo imaginaba, no es común ver flores en el camarote de un hombre solo.

-Eso no tiene nada que ver, a mí me gustan mucho las flores.

-Sí, pero tú sabes que no es habitual en los cubanos por un problema de machismo.

-¿Quién te dijo que yo soy macho?

-Eso no hace falta preguntarlo, te sale por los poros.

-Estás equivocada, yo soy el último bohemio de esa isla.

-Y a ese bohemio no le gustaría hacer el amor.

-¿Otra vez?

-Otra vez si no es que se te descargaron las baterías.

-No sé, comprueba tú si quieres, me parece que tu hambre es de años.

-Tu lo dirás jugando. Apenas finalizando de decir esto me dio un provocador beso y se fue deslizando hacia abajo, hasta llegar a mis tetillas donde comenzó un exquisito malabar con sus labios y lengua muy erótico. Yo sentía como la presión me aumentaba y ella lo podía sentir bajo su vientre, siguió bajando hasta donde se había propuesto. Aquellos malabares eran realizados con mayor maestría, casi desesperado le pedí que invirtiera su posición y así continuamos ambos hasta el final. En esa postura permanecimos por mucho tiempo, me agradaba su olor a hembra. 

A las tres y media nos bañamos juntos, me daba placer enjabonarle todo el cuerpo y frotarnos mutuamente. Después partí para una de mis últimas guardias, allí comenzaba una dura batalla con mi ser. Dudaba de mi propósito por abandonar el país, estaba embriagado por las relaciones con esta mujer. Esto me estaba sucediendo muy a menudo, mucho más que cuando era joven, pero ahora resultaba peligroso. Daba muestras de debilidad ante la carne fresca y esos eran síntomas inequívocos de mi madurez. Próximo por alcanzar mi meta y una simple muchachita era capaz de hacerla fracasar, por momentos me imaginaba rodeado de una nueva familia. Zenaida sentada en el piano y los otros hijos tocando diferentes instrumentos, mientras yo, viejito y blanquito en canas dirigía aquella loca orquesta. Miraba hacia atrás y chocaba con la mirada incriminatoria de mis hijos y esposa. Las últimas horas se convirtieron en una lucha constante con mi conciencia, por un lado, el angelito que me recordaba cual era mi misión y por el otro, el que me hablaba de los placeres de la carne, el sexo, el amor. Hubo instantes muy difíciles en los cuales no sabía a quién de los dos oír, cuando tenía un poco de lucidez le daba la razón a Irma por su nerviosismo, ella mejor que yo conocía el poder de persuasión que tiene el culo de una mujer. 

A las ocho de la noche pase por el salón ante las mismas bromas irónicas de algunos tripulantes, mientras me encaminaba a calentar el sándwich y preparar un poco de leche. Debió haberse hablado mucho después de mi partida, la gente se preguntaría constantemente cómo era capaz de mantener a dos mujeres en el mismo barco sin ningún tipo de problemas. Estoy convencido que algunos hubieran querido preguntarme cual era la fórmula para alcanzar tal éxito.
No me explico cómo era posible que la fiñe no se aburriera de estar todo el día dentro del camarote, creo que era el temor de encontrarse con Vázquez lo que la mantenía en este cautiverio. No me ofendía esa situación, me evitaba problemas de los que no estaba en condiciones de enfrentar. Luego de merendar me pasó un huevo que había traído a la hora de comida por todo el cuerpo y me pidió que lo lanzara al mar de espalda hacia él, concluida la limpieza nos echamos en la cama como llegamos al mundo.

-Has pensado en la proposición que te hice.

-¿En cuál de tantas corazón?

-En la de quedarnos en España para crear una familia.

-¿Pensaste tú en todas las cuentas que te saqué ese día?

-Te dije que la edad no era un obstáculo que pudiera entorpecer nuestras relaciones.
-Ahora eres muy joven para hablar de lo que pueda ser el futuro.

-Yo sé que es muy difícil que me creas, pues solamente llevamos unos días de relaciones, pero no me equivoco si te digo que te estoy amando. Esto que me pasa contigo supera al capricho, no lo llegue a sentir con mi esposo y lo conocía desde hacía muchos años.

-Te creo, nunca he dudado de lo que me has dicho, veo que me lo demuestras en la intensidad con que te entregas en cada acto sexual. Yo también te estoy queriendo y contigo me siento cómodo, pero piensa que esta pasión con la que nos estamos amando hoy se irá apagando. Le mentía, yo la estaba amando con igual intensidad que ella y no quería renunciar a mis propósitos, escapar. ¿Y por que no lo hacía con ella en España? Nunca llegue a descubrir el misterio que me ataba.

-Esteban mira a tu alrededor y encontrarás a miles de parejas en las que el tiempo no ha influido para nada, se aman como nosotros pudiéramos hacerlo.

-Este es un sueño donde se corre el riesgo de triunfar o perder, por ese motivo no se puede tomar una decisión sin antes haberlo pensado muy bien.

-Yo sé que todo marchará bien mi amor, empecemos una nueva vida.

-Fiñe, tú tienes tus ilusiones y yo no quiero ser un obstáculo para ellas. Vas a cumplir un contrato y aquello no será el final del camino. Querrás seguir, desearás triunfar en tu carrera como no lo pudiste hacer en Cuba, para eso tienes toda una vida por delante, yo no quiero ser parte de un fracaso que luego me condenarías eternamente.

-Yo estoy dispuesta a renunciar a todo, quiero tener mis hijos, los años no pasan por gusto y tengo la seguridad de que serás un gran padre, el hombre que yo necesito.

-No siempre lo que deseamos está al alcance de nuestras manos y esas son las malas jugadas que el destino nos pone en el camino, tal vez para enseñarnos a luchar hasta vencerlas. Si el destino quiere que nosotros nos unamos para siempre, esto se realizará sin presionarlo, el mundo no parará de girar y en una de sus locas vueltas nos encontraremos de nuevo. Entonces podrás tener la seguridad de que esa vez será hasta la eternidad, porque el destino quiso que así sucediera.

-Piénsalo, todavía tienes tiempo, esto que te he propuesto no me atrevería a planteárselo a cualquier hombre. Para mí tú significas mucho, eres algo fuera de lo común te lo aseguro y cuando llegue el momento de separarnos, lo haré con el corazón destrozado, créeme que te amo.

-Yo te quiero mucho mi niña. Reinó por instantes el silencio y con él apareció el beso que nos avisaba que debíamos hacer el amor. Hoy tendría que ser diferente, hoy lo haríamos por última vez y yo lo sabía. Hoy celebraríamos su cumpleaños y yo le había prometido que nunca en la vida lo olvidaría, hoy tenía que sumar todo lo que hasta ese día hicimos, lo obsceno, lo vulgar, lo artístico, lo sensual, lo erótico, lo fantástico, lo dulce y romántico, lo tierno, lo rudo y violento. Hoy tenía que ser el más puto entre los putos para lograr un grado de éxtasis que la convirtiera en puta también. Mientras más locos fuéramos, mucho más inolvidable sería este momento para ambos. Más seguridad tendríamos de que este sublime acto pasaría a formar parte de los tesoros que tan cuidadosamente guardábamos en un cofrecito durante toda la vida. Que sería la única propiedad que nos acompañaría durante el largo viaje que emprendemos, la muerte.

Después de aquel interminable momento quedamos acostados, su cabeza sobre mi pecho, tenía la costumbre de cruzar una pierna sobre las mías. Siempre durmió a mi izquierda, al lado de la pared, así yo no la molestaba cuando me levantaba para la guardia. Durante mucho tiempo continuamos en silencio, a partir de ese momento me daba la impresión de que se encontraba triste, no sé por cual razón yo pensaba que ella tenía idea de mis intenciones, la intuición femenina es asombrosa y de eso no tenía la menor duda.
Para mí era un momento doloroso también, doblemente más penoso, la quería y sabía que ese cariño estaba perdido, muchos fueron los momentos en que deseaba ciegamente decirle que sí, pero esos impulsos se quebraban cuando aparecía la imagen de mi familia y los momentos amargos que les esperarían a partir de mi deserción. Quería proponerle que se quedara conmigo en Canadá, pero la duda, la desconfianza, el temor a un fracaso, me aconsejaron que no lo hiciera.
Sentí como corrían lágrimas sobre mi pecho, lágrimas que se vertían en silencio y aquello aumentó mi dolor, le pasé las manos por su cabellera suavemente y de mis mejillas aparecieron lágrimas también, lágrimas que fueron derramadas por el abandono de mi familia, mis amigos, mi país, mi profesión, mi casa, mis vecinos. Lágrimas porque no sabía que me esperaría a partir de entonces, cuánto tiempo pasaría sin verlos, lágrimas por el odio que llevaba dentro y no me dejaba vivir tranquilo, por haber dejado de ser quien soy y por querer volver a serlo. No sabía si volvería a verlos.
Solo cuando intentó darme un beso en las mejillas se dio cuenta de que yo también lloraba como un niño, los hombres también lloramos cuando cargamos mucho dolor adentro.

-¿Qué te pasa cariño, por qué lloras?

-Olvídalo fiñe, pero prométeme que no le dirás a nadie que me viste llorando.

-No te preocupes, te prometo que no se lo diré a nadie.

-¿Sabes una cosa?

-¿Qué?

-Te deseo muchas felicidades, ojalá puedas cumplir cien años más.

-¿Quieres que te diga otra? Este será inolvidable, hoy me has dado el mejor regalo que he recibido en toda mi vida.

-Yo te lo había prometido.

-Eres un pícaro, siempre me sorprendes con algo. Nos besamos más calmados y tratamos de dormir algo.


Motonave "Viñales"



13 de Nov.1991

Cuando llegué al puente y después de adaptar mis pupilas a la oscuridad, pasé al cuarto de derrota para recibir la guardia debidamente. En el horizonte se divisaban las luces de navegación de varias naves y me tocaría hacer la recalada hasta la entrada del río St. Stephen donde tomaríamos Práctico que nos conduciría por el río hasta el muelle de Bay Side. Estaba obligado a reportar la posición del buque a puntos de control del tráfico de Canadá cada cierto tiempo, tuve que maniobrarle a varios barcos dedicados a la pesca que se cruzaron en nuestro camino.

La guardia se hizo entretenida y estuve todo el tiempo ocupado frente al radar. La temperatura estaba por debajo de los cero grados y caían pequeños copos de nieve. Hacía solo unos días estábamos en Cuba con unos treinta grados sobre cero, el contraste era muy grande y sentíamos los cambios más fuerte que lo normal por la falta de tiempo para aclimatarnos. Esto no era nada nuevo para mí y ocurría con cierta frecuencia.

Una vez tomado el Práctico a bordo entregué mi guardia, antes de bajar a desayunar le dije al Capitán que yo haría la maniobra de atraque en la proa, prefería pasar un poco de frío antes de permanecer en el puente con ese tipo.
Cuando bajé a desayunar Irma estaba muy alterada porque no habíamos sacado los tabacos de nuestros escondites, me recriminaba por dedicar todo el tiempo a mi romance con la pianista. Como la gente estaba entretenida en los preparativos de la maniobra, le pedí que me acompañara y se pusiera a vigilar en lo que yo sacaba mi contrabando. Operación que solo me tomó unos minutos, se echo a reír cuando vio el lugar donde los tenía clavados. Después fui a sacar los suyos y más risa me dio a mí ver donde estaban los de ella. Los dos habíamos actuado contra la lógica y los demás tripulantes me imagino que también. Se los entregamos a nuestro amigo común y desayuné con más calma, ya nos encontrábamos muy próximos al puerto de Bay Side.

En realidad aquí no existe puerto como tal, solo hay un atracadero en la orilla canadiense del río, la otra orilla es americana. Separada por una pequeña explanada desde el muelle se encontraba un almacén refrigerado, eso era todo lo que existía. Toda el área está rodeada de la vegetación propia de los países fríos, desconocida para mí, ya se encontraba parcialmente cubierta de nieve.

Subí a mi camarote y le dije a Zenaida que fuera al suyo para vestirse porque allí solo había unas horas para poder salir a tierra. Me dirigí al puente nuevamente por un walky-talky y de allí partí para la proa. Antes de atracar nos fondearon para esperar a que desatracaran a otro refrigerado cubano, el "Batalla de Yaguajay" que partiría de regreso hacia Cuba. Soltando las amarras de este buque, comenzamos a levar anclas y nos dirigimos al muelle. Me llamó mucho la atención de que en lugar de continuar su viaje, el Yaguajay fue fondeado en el lugar que nosotros habíamos dejado. No puedo negar que me preocupó bastante el repentino fondeo de este buque.
Cuando nos aproximábamos al muelle, pude distinguir la figura del ex-Capitán Alfredo Vázquez Borrego. Estaba acompañado de un individuo de la Inteligencia cubana que permanecía en el área con la justificación estúpida de atender el embarque de papas hacia Cuba. Vázquez había sido sancionado entre otras causas; por los fraudes que se cometieron en España durante la adquisición del buque "Bahía de Puerto Padre". Comentaron algunos tripulantes de ese buque que el robo allí fue espectacular. Sin embargo, demoraron bastante para sancionarlo porque el camarada era militante del Partido. Con este individuo yo trabaje como Segundo Oficial a bordo del "Jade Island", bautizado en Santiago de Cuba como "Renato Guitart" y posteriormente, muchos años después, le di la vuelta al mundo en ese barco con el nombre de "Casablanca". Viaje en que considero haberme jugado la vida por el estado tan deplorable en que se encontraba.

La presencia de estos individuos en ese país no tenía justificación alguna, antes de proceder a cargar el buque nosotros recibíamos toda la información necesaria referente a cualquier cargamento. Ya sea de la parte del propietario de la misma, del embarcador, del fletador del buque, del transportista e incluso en oportunidades del propio receptor de la mercancía. Donde nos daban instrucciones para su manipulación y cuidado a bordo, más aún, cuando no se recibía ninguna de estas orientaciones, los primeros oficiales nos documentábamos en el libro "Thomas Stowage", donde aparecía información sobre todo tipo de carga. Además de esto, Vázquez nunca fue destacado ni como Primer Oficial y menos aún como Capitán. Sencillamente se encontraba colaborando con la seguridad cubana por su condición del sancionado que deseaba volver a retornar a su status de privilegiado.

Atracados los saludé a ambos con la naturalidad más grande del mundo y fui con el capataz de los estibadores para mi oficina a entregarle los planos de carga del buque. Oportunidad en la que me recordó el error que se había cometido el viaje anterior, cuando se descargó una mercancía de Francia en este puerto y viceversa.  Aquel error le provocó a la empresa Caribex una pérdida de más de $20,000 dólares. Aquello me importaba un pito y si repetían el error también. Nos dirigimos hasta la bodega No.1 donde venía estibada la carga de Canadá consistente en langostas, camarones, ancas de rana, pescado, esponjas de mar, etc., todo lo que no estaba al alcance del pueblo. Miré por la borda en dirección al río y allí permanecía todavía el Yaguajay, mi preocupación aumentaba.

En esos momentos no solamente estaba nerviosa Irma, creo que yo lo estaba más aún, pues cuando atracamos, el tipo de la Seguridad saludó con mucha familiaridad a Zenaida y después no la volví a verla por mucho rato. Por primera vez me sentía verdaderamente preocupado y no podía dar síntomas de nerviosismo. Me preguntaba constantemente si no había caído en una trampa y la duda me embargó totalmente. No podía creerlo, no debía hacerlo, tenía que ser demasiado profesional para desarrollar su labor con la perfección que lo hizo.

Comencé a elaborar un plan de emergencia en mi mente con el objeto de combatir esa posible eventualidad. El barco era uno de los más modernos que poseía Cuba y moderno también era el sistema de arriado de los botes salvavidas. Los cuales se arrancaban con facilidad por medio de un botón de encendido, solo necesitaba amarrar todas las puertas de salida al exterior para darme unos minutos de ventaja. Calculaba que cuando yo estuviera en el agua con el motor arrancado, sería en el tiempo que pudiera salir algunos de los héroes de a bordo con la intención de frustrar mi fuga. Me pasaron por la mente cosas más malas con el propósito de paralizar por un tiempo la nave en ese puerto. Pensé lanzar al agua los sextantes marinos y las publicaciones náuticas, deseaba derramar ácido de baterías en los radares y los equipos de navegación del puente, fueron muchas las cosas que pensaba hacer en caso de un contratiempo. La más importante, la del bote, sería en la que debía calcularlo todo, para ello tenía poner al corriente a Irma, pero por el momento no quería alterar su sistema nervioso. Ese día observé que estaba muy alterada y su personalidad agresiva se había transformado en la más dócil de las mujeres, evidentemente tenía que ayudarla para que todo saliera bien.
Fui para mi camarote y le pasé el seguro a la puerta, me desnudé y comencé a prepararme para salir, ya tenía acordado con Chantres,  el Tercer Oficial para que me aguantara la guardia. Me puse dos calzoncillos, dos calzoncillos de invierno, tres pares de medias, dos enguatadas, dos pantalones, dos camisas y el abrigo. Pasaba el tiempo y anunciaron a la tripulación que acudieran a la oficina del sobrecargo a cobrar y a recoger el pasaporte, cuando llegué había una pequeña colita en el pasillo donde se encontraba la oficina. La gente cruzaba sus bromas mientras esperaban su turno, estaban adelantando dinero porque el viaje era largo y por esa razón nos entregarían cien dólares canadienses. Habrían pasado más de dos horas y no había visto a la pianista, ella llegó cuando me faltaban tres personas para entrar a la oficina.

-Oye, ¿dónde estabas metida? Le pregunte en tono muy bajo, casi pegado al oído.

-Allá arriba hablando con el muchacho que estaba en el muelle cuando atracó el barco.

-¿Tú lo conoces?

-Sí, desde hace muchos años, él estudió conmigo en el Pre-Universitario del Vedado.

-¿Te preguntó algo sobre la tripulación?

-Para nada, solo hablamos de la gente de la escuela.

-¿Sabías que es agente de la Seguridad del Estado?

-No, no lo sabía.

-Entonces, ten mucho cuidado en lo que le dices.

-No te preocupes, yo no soy tan boba.

-Bueno espérame que voy a cobrar y después almorzamos.

-Te espero. En esos momentos pasé al interior de la oficina del Sobrecargo.

-Lesme, dame también el dinero y el pasaporte de Irma que ella está atendiendo el comedor.

-No hay problemas mi hermano, toma y fírmame aquí. Me entregó lo que le solicité sin ningún tipo de objeción y después de firmar, salí con la niña para el comedor. Ya la gente estaba sentada y le dije a Irma que llevara lo suyo conmigo. Subí al camarote con el pretexto de lavarme la boca y aproveché para abrir el sobre lacrado que me habían dado para el Capitán, dentro había un mapa que no me dediqué a observar y una nota, también traía un rollo de fotografías en blanco y negro sin usar que dejé sobre mi buró. Por el sistema de audio anunciaron que los autobuses se encontraban en la escala del buque, listos para llevar a la tripulación hasta el pueblo, escondí mis títulos dentro de mi camisa doblados, tomé las fotos de mis hijos y mi mujer, las guardé en uno de los bolsillos de mi abrigo, tomé dos cajetillas de cigarros Populares y me dispuse a salir tomando el maletín donde Irma había colocado todos los guerreros de su Santo, éstos pesaban más que un ejército de gordos. Imagino que serían de plomo, cuando bajaba hacia el portalón me acorde que había quedado encima del buró mi curso de inglés y no quise regresar por él. La mayor parte de la gente estaba sentada dentro de los microbuses y cuando se me ocurre mirar hacia el comedor, Irma se encontraba atendiéndolo. Con una seña le dije que saliera y por suerte me entendió.

-Oye, ¿qué coño estás esperando, te quedas o vas a continuar viaje?

-No, Casañas, yo me quedo. Pero figúrate, todavía me falta por ponerles el café.

-Que vayan a tomar café a casa de la puta de su madre.

-Tú te imaginas, ¿qué van a decir?

-Irma, a ti que cojones te interesa lo que digan esos hijos de puta. Mira, baja por el abrigo que yo voy a hablar con Chantres para que ponga el café.

-Está bien, espérame aquí. 
Chantres fue a cubrirle en el comedor, pocos segundos después Irma y yo descendíamos por última vez por aquella escala. El primer bus estaba completo y nos dirigimos al segundo, cuando entré, me tocó el asiento al lado de la pianista y del otro lado se sentó Irma. Cerraron la puerta y arrancamos para St.Stephen. Que ironía del destino, realizaría el pequeño trayecto en medio de las que para muchos eran mis mujeres. El recorrido lo hacíamos en silencio y cuando descendimos, Zenaida trató de pegarse a mí. No sé por cual razón Irma entró en una tienda de artículos de segunda mano, parece que fue para darme tiempo a despedirme de la pianista.

-Acuérdate de lo que hablamos.

-Estoy muy nerviosa.

-No te preocupes que no me va a pasar nada.

-Cuídate.

-Espérame en aquella pizzería y hazme el favor de decirle a Irma que la estoy esperando. Le di un beso en la boca y por su mirada me di cuenta que sabía no me volvería a ver, quizás nunca.

Cuando Irma salió estaba preocupada, habíamos observado lo mismo, el pueblecito era muy pequeño y no se veía el más leve síntoma de que existiera servicio de autobuses. Entramos a una tienda y le pregunté al dueño la forma de llegar a Montreal. Consultó por teléfono y cuando colgó me dijo que existían dos vías, yendo hasta un pueblo que se encontraba a no sé cuántos kilómetros de allí, pasaba un tren dos veces por semana para Montreal. La otra era dirigirme hasta St.John donde había dos salidas diarias de autobuses además de vuelos diarios hasta mi destino. Cuando le pregunté cómo llegar hasta allí me contestó que en taxis, que si lo deseaba él podía llamarme uno, se lo agradecí y le dije que lo haría más tarde. Saliendo de esa tienda entraba el telegrafista uno de los delatores del buque y cruzamos unas palabras.

-¿Ahora qué hacemos? Preguntó Irma muy nerviosa.

-Siempre ir en contra de la lógica, en estos momentos todos deben estar 
entretenidos comprando sus mierdas a ninguno se le ocurrirá entrar en un bar, entonces, vámonos para uno que vi a la entrada del pueblo.

-Si, pero lo difícil es salir para St.John.

-Irma, aquí difícil no hay nada, vamos al bar, pedimos algo de beber y yo solicito un taxi.

-Tengo mucho miedo, yo creo que esa gente cuando se den cuenta van a salir a buscarnos.

-Cuando eso suceda ya nosotros estaremos muy lejos de aquí, ¿qué quieres beber?

-Pídeme un café. Cuando llegó la camarera le pedí un café y una cola. Le solicité que me llamara un taxi, cuando sirvió todo le pagué la cuenta. No dejábamos de mirar por las ventanas hacia el exterior y desde ese momento comenzaríamos a sufrir psicosis de persecución. El taxi llegó a los diez minutos.

Emprendimos un viaje sin regreso, el de los traidores para unos, el de los cojonudos para otros. Para el que lo vive no tiene descripción, es solo eso, el viaje de donde no se podrá regresar. Solo el que lo ha vivido sabe qué significa, solo el que compró ese ticket sabe lo que se sufre, lo que se llora en silencio. La tristeza embarga el alma, el dolor de perderlo todo y ganar mucho, perder la tierra que se ama, el amor que se desprende por un barranco profundo en segundos, botar la vida, la corta vida que no se puede olvidar.

Hoy han pasado varios años de aquel escape del paraíso imaginario, años perdidos en ilusiones que nunca han existido, sueños gastados en un futuro, dolor que no se olvida, rencor latente en cada palabra, esperanzas que volaron como lo hace una gaviota. Amargura por una tierra que se olvida con la felicidad de un presente que vive, con la sonrisa de una familia, la del nieto que comienza a echar raíces en lo que será tu tierra, la que cubrirá un día la tumba de tantas ansias por ser uno, ser un yo. Tal y como deseamos ser en el lugar donde una vez nacimos y nos privaron de tanto y tan poco, ser libres.

Han pasado varios años y esos me sirvieron para enlazar muchos acontecimientos y poder comprender muchas cosas difíciles, maldiciones que solo se encuentran en corazones desangrados por la angustia de sentirse traicionado. Llegué a conclusiones de las cuales estoy seguro no estar muy equivocado, puede que si, la vida es como un juego de ajedrez. Un día, un amigo me preguntó en Montreal; ¿Cómo saliste de Cuba, muchos lo hicieron en balsas, en el tren de aterrizaje de aviones, de mil maneras, cómo saliste tú? Yo salí templando le respondí, soy un afortunado, nadie sabe cuántas personas han perdido la vida en ese intento, lo jodido de todo esto es que mi salida era conocida. 

Pienso que aquella querida que quedó en Cuba era una agente de la Seguridad del Estado, una vieja amiga de ella me contacto muchos años después y me dijo que estaba equivocado, ella falleció y hasta el último suspiro estuvo hablando bien de mí. La pianista también pudo serlo, no estoy seguro, debo averiguarlo. Veintitrés años mas tarde me encontré con ella en Madrid y comprobé que también me había equivocado. De algo estoy muy convencido, aquellas lágrimas derramadas en varias oportunidades valieron la pena, no me arrepiento de haber llorado.



Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.
2001-03-18


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2 comentarios:

  1. Que relato tan hermoso y desgarrador a la vez. me hizo llorar de pena, de dolor... Usted es un gran escritor, Saludos

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  2. Hola Esperanza.- Realmente no es fácil abandonarlo todo y comenzar desde cero. Se sufre mucho cuando se debe cortar el ombligo que te ata al pasado y tu tierra. Es cierto, fue desgarradora esa salida. Ojala fuera de verdad escritor, yo me considero un cuentero. Un abrazo y muchas gracias.

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