jueves, 13 de julio de 2017

LA MUERTE DEL SECRETARIO DEL PARTIDO


LA MUERTE DEL SECRETARIO DEL PARTIDO


Motonave "N'Gola", buque insignia de la marina mercante angolana.



-Ya no vas a joder a más nadie, hijo de puta. Después de esa frase expresada a toda voz, se escucharon dos potentes detonaciones que estremecieron el lobby del predio de transporte. 


- ¡Miren aquel agujero! Esa es la bala que le atravesó el brazo, la otra le penetró el abdomen. Varios de los que estaban presentes salieron corriendo fuera del edificio, cuando llegamos hasta el elevador, el hombre no ofreció resistencia, entregó la pistola y alzó los brazos. 


Lazarito y yo permanecimos mudos mientras escuchábamos todo lo referente a ese acontecimiento tan penoso. Cada uno de nosotros se mantenía aferrado a dos botellas de ron, las llevamos con la intención de celebrar la despedida de aquel pequeño grupo que salía dentro de unos minutos hacia el aeropuerto de Luanda. Nosotros pertenecíamos a ese equipo que llegó a este país con el compromiso de permanecer en él durante seis meses, ellos reclamaron regresar a Cuba una vez vencido su tiempo. La compañía de navegación angolana ANGONAVE nos pidió que extendiéramos hasta un año ese período, se fueron un poco más allá en aquella solicitud. El sindicato de abordo y la tripulación, expresaron sus deseos de que fuéramos contratados por más tiempo y entre los ofrecimientos que nos hicieron, se manejó la posibilidad de darnos una casa para traer a la familia. En ese punto de las negociaciones el rechazo fue rotundo, no queríamos involucrar a la familia en una aventura cada vez más peligrosa.


- ¿Quiénes se llevaron a Gabriel? No recuerdo cuál de los dos hizo la pregunta sin poder ocultar el nerviosismo.


-Vinieron de la policía angolana y militares cubanos, después que salieron del edificio no sé el rumbo que hayan tomado.


- ¿Y estaba vivo aún? Preguntó Lazarito mientras observaba que no habían limpiado muy bien el área, quedaban huellas de la sangre derramada.


-Estaba inconsciente, pero sí, se encontraba vivo aún. Allá arriba está el resto del grupo, deben partir dentro de unos minutos para el aeropuerto. ¿Quieren subir a visitarlos? Debo registrarlos en el libro de visitas.


-No, yo creo que vamos a regresar al barco, el ambiente no está para despedidas. Lazarito se mantuvo en silencio durante una buena parte del trayecto, creo que se sintió invadido por un miedo injustificado o los nervios lo traicionaron.


-No vale la pena despedirnos de ese grupo, ellos tienen parte de responsabilidad en este acontecimiento que se pudo evitar desde hace varios días. No hacía falta que se lo repitiera, pero en estos casos ocurre algo similar a lo que sucede en las funerarias, se repiten hasta el cansancio pasajes que todos conocen del difunto como un deber u obligación que todos deben cumplir.


-Tú sabes bien la mariconada que ese viejo le hizo a Gabriel, pero no fue él solo, todos levantaron la mano para aprobar semejante infamia. ¿Era un borracho? No cabe la menor duda que lo era, pero si no hubiera sido por él ese barco no se movía de Angola. Tú sabes bien que Mendoza es zurdo como jefe de máquinas, y no solo eso, se ha metido estos seis meses con ese trauma sufrido por la muerte de su hermano, y llora quete llora. Con lagrimitas no se resuelven los problemas de un barco, el mismo Gabriel pudo plantarse en tres y dos y solicitar que le mandaran un jefe de máquinas. ¡Tú lo sabes bien! Es muy rico meterse todo el tiempo llorando y que otro haga tu trabajo. ¡Ahhh! Pero a la hora de cobrar los billetes por gastos de representación se le secaban las lágrimas, ¿a qué no le pasaba un solo centavo a Gabriel? Eso tú lo sabes perfectamente porque eres el que paga. ¡Coño, Lazarito! Mendoza también participó en esa mariconada, y lo peor del caso, el único que no es militante en toda esa sucia jugada es precisamente Gabriel. Él me escuchaba y no aportaba nada, consumíamos cuadras sin darnos cuenta de la distancia que nos separaba del puerto.


-Yo recuerdo que al mediodía ese hombre estuvo sentado varias horas a la entrada del edificio, la mayor parte del grupo había salido de compras a la tienda que le vende a la gente que finaliza la misión. Uno de ellos no salió ese día, es bien bajito y de ojos claros. Contaba muy emocionado aquel cubano cuya misión internacionalista consistía en montar guardias en el lobby del edificio. Recorríamos ese di
álogo con el recepcionista mientras andábamos en demanda del puerto.

-Ese es Naranjo, el primer electricista. Lo interrumpí con la intención de ahorrarle esfuerzos y detalles innecesarios.


- ¡Ese mismo! Ahora recuerdo su nombre, me dijo que estuvo conversando con el que disparó y lo notó muy alterado, como loco.


- ¡Claro que debía estar así! ¿Te imaginas que el día antes de la salida para Cuba, el partido te llame a firmar una mala evaluación política? Tal vez no tengas idea de lo que eso significa en nuestro caso, pero puedes tener la seguridad de que puedes ser expulsado de la marina.


-Bueno, según me contó ese Naranjo, el de la pistola le dijo que se iba a fumar a Gabriel y a Mendoza.


- ¿Y qué hizo Naranjo?


-Para serte franco, me parece que se apendejó, lo noté cuando me lo contaba.


- ¡Pero, coño! Si hubiera llamado a las autoridades evitaría ese acontecimiento tan penoso, ¿por qué no lo hizo?


- ¡Vaya usted a saber! Eso sí, me dijo que esperaría al grupo unas cuadras abajo para alertarlos de la situación. Bueno, según las declaraciones que le tomaron, él alertó a todos los del grupo y frenaron en seco, no quisieron llegar al predio. ¡Ahhh! Pero la reacción de Collazo fue diferente, se la dio de bravucón y manifestó que Gabriel era un pendejo que no le haría nada.


-Pues le salieron mal los cálculos, ahora hay dos familias desgraciadas por las mariconadas escritas en un papelito.


-Sinceramente, no te entiendo muy bien.


- ¡Mire, compadre! Ellos se reunieron y a petición de Collazo le redactaron la mencionada evaluación a Gabriel. Como no estuvo de acuerdo, apeló las decisiones del mencionado mamotreto, ¿cuál tú crees que fue la respuesta de Collazo? Le dijo que debía apelar al comité regional del partido en Luanda, ya sabes que eso es perdedera de tiempo. El comité regional se limpiaría las manos enviando el caso al comité municipal, luego pasaría al provincial y así continuaría ese viaje infinito entre gentes que no desean darte la cara después de haber cometido un acto de cobardía como ese. Tú conoces perfectamente bien la mecánica de funcionamiento del partido, te piden la cabeza en un proceso inquisitorio donde todos levantan la mano y luego nadie quiere darte el rostro.


- ¡Coño! Pero esa no es razón para meterle un tiro a nadie.


-No existe si Gabriel no se hubiera pasado varios días solicitando una reunión con el núcleo del partido en el barco, pero todos son unos pendejos que temieron enfrentarlo. ¡No te asombres! Es un método que se aplica como regla en la vida del partido en todo el país. ¡Seamos sensatos! ¿Tú crees sinceramente que unas pocas horas serían suficientes para vencer todos esos obstáculos? Te hablo del orden establecido para esas apelaciones y el peloteo burocrático que se produce en el proceso, porque aunque estemos en el continente africano, no olvides que todos los vicios del sistema de la isla han sido trasladados hacia acá.


-Tienes algo de razón y no quiero comprometerme con opiniones que puedan utilizarse como agravantes o atenuantes del caso, yo estoy fuera de ese potaje y la misión mía es mantener el orden en este edificio.


-El herido no es un santico tampoco, ha sido durante toda su trayectoria como marino uno de los tipos más extremistas de la flota, yo navegué con él a bordo de la motonave Habana y no ha cambiado absolutamente nada. Se ha pasado seis meses en este buque sin recibir un solo telegrama para la tripulación, ¿sabes en qué gastaba su tiempo? En leer novelitas tira-tiros, eso sí, cobraba la misma cantidad de divisas que nosotros y es un excelente pacotillero. ¡Hay que tener un poquito de vergüenza! Gabriel es el tipo con mayor cantidad de defectos entre nosotros, ¡pero, carajo!, era el individuo que llevaba y traía al buque mientras Mendoza se las pasaba en sus lloriqueos.


-Aun así, creo que está duro eso de meterle dos balazos.


-Está duro, no te lo niego, pero tienes que meterte en el pellejo de Gabriel. No es fácil llegar a Cuba y que te lancen al anonimato por una puta evaluación firmada por un conjunto de pendejos. ¿Has pensado en eso? ¿Qué lancen por la borda toda una vida dedicada a una profesión? Así tuvo que sentirse Gabriel esos días que lo mantuvieron acorralado y no quisieron darle la cara. Desde hace mucho tiempo yo sabía de la posesión de esa pistola, incluso, me la ofreció cuando se disponía regresar a Cuba y yo la rechacé. Lazarito y yo hablamos repetidamente con él para que abandonara todos los planes que fue elaborando esos días hasta llegar a obsesionarlo. No pudimos lograrlo, pero ese accidente pudo evitarse y dos familias no se encontrarían actualmente en desgracias.


Esa noche no dormimos, nuestras reacciones fueron similares a las que ocurren en un funeral. Abrimos las botellas en mi camarote y bebimos hasta el amanecer. Recorrimos cada una de las horas que antecedieron al suceso tratando de regresar el tiempo y desarrollar la acción apropiada que evitara el fatal desenlace.


-Hace falta que se encarguen de visitar a Gabriel a la prisión y le lleven alimentos, cigarros y algo para leer, es la orientación que me dieron en la embajada cubana. Nos dijo el Capitán Calero esa mañana, su rostro mostraba las huellas de una mala noche, no se preocupó cuando encontró una botella vacía sobre la mesa y la otra a un tercio del fondo. El cenicero estaba desbordado de colillas al lado de un platillo con varias aceitunas y pedacitos de queso.


- ¿Está vivo? Le pregunté sin apartar la vista de sus ojos.


-Lo está, pero se ha complicado en la operación. Por suerte, su hijo médico se ha involucrado en el asunto y hace lo imposible por salvarlo.


- ¿Dónde se encuentra Gabriel?


-Tomen el bote salvavidas y vayan hasta el espigón pesquero que se encuentra al lado de la refinería Petrangol, amárrenlo allí y pregunten por la prisión, solo deben caminar unas cuadras. Traten de que la noticia no trascienda a la tripulación, vamos a mantener el secreto. Tuve deseos de decirle que sí, que tenía razón, era feo decirles a los angolanos que nos estábamos matando entre nosotros mismos.


Cuando atracamos en el espigón mencionado vimos a varios barcos pesqueros cubanos abandonados, pertenecían a la flota del Mariel. Nos resultó fácil llegar hasta la prisión siguiendo las indicaciones de Calero, era deprimente el lugar y el trato recibido en la entrada poco se diferenciaba de las prisiones en la isla. Una vez dentro, nos dirigimos hacia dos blancos que se encontraban sentados junto a un árbol, eran cubanos también y resultaron ser tripulantes del buque “Sierra Maestra”, estaban detenidos y a la espera de juicio. Nos contaron que durante una de esas borracheras que produce el ron barato, les dio por salir del puerto en un auto recién importado por el gobierno para la celebración del Congreso del MPLA. Mala borrachera que los condujo a la violación de varios artículos penados por la ley, mal lugar para caer preso también, al menos se encontraban sueltos en el patio.


- ¿Saben algo de un tripulante del buque angolano que se encuentra detenido aquí? Les preguntamos sin perder mucho del limitado tiempo que nos ofrecieron para aquella visita.


-Se encuentra incomunicado, pero pueden gritarles desde aquí, él está encerrado en una de aquellas ventanitas del segundo piso. Contestó el más viejo de los dos, un hombre que andaba por los cincuenta años.


-1,2,3 ¡Gabriel, Gabriel! Gritamos Lazarito y yo. Las ventanitas tendrían unos cuarenta centímetros de ancho por sesenta de alto y bloqueadas por gruesos barrotes de acero. Varios rostros se asomaron por ellas y solo eran posibles de adivinar su presencia cuando abrían la boca. Entre esas ventanas se asomó el rostro pálido de Gabriel, resultaba muy fácil identificarlo.


-Te dejamos con estos muchachos algo de comida, cigarros y unas revistas. Le grité cuando hubo algo de silencio entre los gritos de visitantes y presos.


- ¿Ese hombre está vivo? Nos preguntó y su voz nos llegó cargada de angustia, dolor y arrepentimiento.


-Sí, está vivo, no te preocupes. Le grité.


- ¡Ese hombre no se puede morir! Aquella voz tuvo un eco extraído de las profundidades de una tumba.


- ¡No se va a morir, quédate tranquilo! Vamos a regresar en estos días. La promesa la cumplimos diariamente durante una semana, el buque tuvo que partir nuevamente hacia Europa.


- ¿Es verdad que Gabriel mató a Collazo? Me sorprendió la pregunta de Pedro un año después de aquel desafortunado acontecimiento. Era un caboverdiano que sustituyó la ausencia de Lazarito y llegó a convertirse en otro de esos hermanos que uno selecciona por los azares de la vida.


- ¿Quién te dijo? Le pregunté si reponerme del asombro por la emboscada inesperada.


-Acabo de hablar con un abogado que está tratando esos problemas que ya conoces de mi hijo y me hizo el cuento, ¿es verdad?


-Es verdad, mi hermano.


-Eres un filho da puta bueno para mantener un secreto.


-Hace un año de esto y espero me comprendas, no podía decírtelo, incluso ahora podía haberlo negado.


-¿Y por qué lo mató?


-Por ser un grandísimo filho da puta, no te imaginas quem caralho era ese Collazo.


-¿Está enterrado aquí como los otros cubanos?


-¡No, Pedro! Su hijo es médico en este país, le puso un suero al cadáver de su padre y lo trasladó a Cuba, su familia pudo velarlo allá.


Gabriel fue juzgado por las leyes angolanas, éstas eran mucho más suaves que las cubanas. Cumplió una parte de su condena en Angola y la otra en la isla. Varios años después y caminando por la calle Obispo, vi por la acera contraria a Gabriel, él pudo verme también, ambos evitamos el encuentro. Me enteré que vivía con otro nombre y al verlo me llegaron aquellas palabras suyas gritadas antes de apretar el gatillo: “Ya no vas a joder a más nadie, hijo de puta.” 








Esteban Casañas Lostal. 

Montreal..Canadá.  
2008-12-07


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1 comentario:

  1. Leyendo tu artículo me vino a la mente un suceso similar de mi época de Guardiamarina. Era o finales del 67 o inicios del 68. Yo estaba de guardia de enlace en el Puesto de Mando que quedaba en el edificio B. Serían alrededor de las 7am cuando se escuchó un tiro en el piso superior donde quedaba el alojamiento de los oficiales. Con menos de un minuto vino bajando y tropezando por las escaleras un "político" de piel negra gritando "Yo soy un hombre, yo soy revolucionario" y cayó al pié de la escalera en el lobby. En esa época no existía la pistola Makarov como de reglamento y habían muchos que usaban las Colt 45. Ese político era uno de ellos y fue la que utilizó para dispararse en el corazón. Nadie nunca supo cómo consiguió llegar a la planta baja.

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