EXPÓSITO
No sé si aún se encuentre vivo y me apena dejarlo
abandonado en el olvido, como les ha sucedido a muchos por culpa nuestra. Los
hombres buenos no merecen desaparecer cubiertos de tanta oscuridad, ellos no
son culpables de nuestra mala memoria o ingratitud. Hoy navegué unos minutos a
bordo del buque “Renato Guitart”, me sobró tiempo para recorrer todos los
puertos visitados con aquella gente maravillosa, reconozco rostros y calles
donde nos sentamos a compartir una cerveza. Saltaba de Santiago de Cuba a Varna
con una rapidez increíble a pesar de la pobre velocidad de aquel barco. Luego y
por caprichos o necesidad de la mente, nos movimos hasta Constanza,
Novorossisky, Cádiz, Las Palmas de Gran Canarias, Luanda, Lobito, La Habana.
Fueron tiempos inolvidables compartidos con gente maravillosa, muchos han
partido sin enterarnos, sin poder decirles adiós o hasta luego.
Entre todas aquellas caras conocidas, distingo a uno
en especial, no exagero cuando lo sitúo a una altura superior para que lo
distingan o sirva de faro a los que andan lejos. Expósito, así a secas, sin
saber que fuera su nombre o apellido. Vivía en el pueblo ultramarino de Regla, rincón
de La Habana que aportara tantos de sus hombres a nuestras flotas y muelles. Ya
habían desaparecido los Mayordomos de la flota y Expósito navegaba como Primer
Cocinero en el barco. Se comía muy bien. No era de los mejores en su oficio,
pero estoy convencido de que quienes lo conocieron coincidirán conmigo, era el
mas “hombre” de todos los de su plaza. Ocupaba también el cargo de secretario
del partido a bordo, pero ¡ojo!, no fue uno cualquiera y en eso estoy seguro de
que estarán de acuerdo conmigo. Esta especie de hombres de su categoría desapareció
de nuestra flota muy poco tiempo después, no lo volví a encontrar.
El partido en ese barco funcionaba a su manera, razón
por la que contara con la simpatía de todos los tripulantes.
-¡Aquí no hay reuniones que valgan! Solía decir, no
solo lo decía, no se celebraba reunión alguna en todo el viaje.
-¡Bastante nos jodemos para andar comiendo mierdas!
No le faltaba razón y la gente lo sabe, nunca estás seguro de regresar cuando
partes en una aventura marítima.
-¡Atiendan acá! Llenen todos los informes que les
pidieron en La Habana y reflejen “sobrecumplimientos” en cada uno de ellos. Le
orientaba a todos los que formaban parte de las secretarías del partido,
sindicato y ujotacé. Cuando arribábamos a La Habana y éramos invadidos por
todos esos parásitos que trabajaban en esas organizaciones, partían del buque
convencidos de que éramos ejemplares.
-¿Qué tu dices de Walky-Talky? ¡Llámalo! Le ordenaba
a otro de los presentes y unos segundos después todo se resolvía a trompones,
sin chivaterías, sin mariconerías. Después, bueno, mas tarde y cuando se resolvía
el diferendo entre el chivato y el chivateado, no podían quedar residuos de
odios o sed de venganza, allí moría todo. Aquellos métodos tan simples eran
bien aprobados por la tripulación y nos llevábamos bien, como debe ocurrir en
lo que fuera en aquellos tiempos, una familia.
-En Canarias vamos a comprar el mínimo necesario,
tenemos buena asignación de dinero del CAME para avituallar al barco en
Bulgaria. Se le ocurrió decir en una reunión de arribada a esa isla al Capitán
Ferreiro y no quieran imaginar la explosión de Expósito, todos nos asombramos.
-¡Ni cojones, Bulgaria! Ya usted nos jodió el viaje
pasado y esta vez no se va a repetir. ¡Usted va a comprar todo lo que le
solicité al Sobrecargo!... El gordo Argüelles sudaba y permanecía callado. Era bonachón
y querido por toda la tripulación, nunca participaba en controversia alguna, lo
de él era sonarse un trago de vez en cuando en el primer bar que se cruzara en
su camino, de vez en vez, para ser más exacto.
-Si usted desea arribar a La Habana con un informe de
ahorro, hágalo con su dinero, devuélvalo, no utilice la plata que le asignan
para gastos de representación. Este dinero es para comprarle alimentos a la tripulación,
no es suyo… Reinó silencio en el salón, pocos se arriesgaron a apoyarlo, solo
unos pocos y sobresalió entre todas las expresiones una muy familiar. ¡Ni pinga,
Bulgaria!
-Ya nos jodió, no digo yo, todos lo saben, aunque se
callen. Todo un viaje de regreso comiendo judías diariamente a cualquier hora,
potaje de judías en el almuerzo, sopa de judías en las comidas, judías fritas,
hasta croquetas de judías. ¡Ni cojones, Bulgaria! Usted va a comprar ahora… No mentía
Expósito, fue toda una tortura el viaje pasado, no solo por aquellas
desagradables judías cuando las repites tanto. Súmale el pan negro comprado en
Novorossisky, una gracia para Ferreiro. Tuvo que estar loco cuando nos dijera
en el comedor que ese era el pan consumido en Rusia cuando la II Guerra Mundial
y aquella Piba (cerveza) que se cortaba al tercer día.
Muchos se equivocan cuando juzgan a todos los hombres
por igual, no todos los que militaron fueron malos. Tuvieron sus sueños,
cayeron fulminados por los cantos de sirenas que les entonaron, soñaron con las
promesas sobre un futuro que nunca cumplieron y luego regresaron a sus
realidades, rectificaron y nadie les prestó atención. Fueron hombres
traicionados y lo demuestra que estas líneas hoy rescatadas de esa pesadilla, he
regresado al año 1974-75. Puede ser que aquella rebelde actitud de Expósito
fuera una manifestación de su descontento o desaprobación por lo que luego se
nos vino encima. No se puede juzgar a todos los hombres por igual, solo debemos
pensar, lo que tal vez, para unos cuantos falsos analistas o jueces, hoy,
resulta una simpleza, resultaba un verdadero acto de valentía en aquellos tiempos.
No sé si Expósito se encuentre vivo todavía, si no lo
está, no me perdono la demora. Solo me restan unas líneas para decirle a sus
descendientes que pueden vivir orgullosos de este hombre, fue un ejemplo de esa
hombría perdida en el tiempo. No estaba entre los mejores cocineros de la flota,
pero se comía muy bien. Tampoco cometo un error o exagero cuando digo que fue
uno de los cocineros más “hombre” que conocí en la flota. ¡Que coño el cocinero
mas hombre! Fue uno de los hombres mas cojonudos con los que tuve el privilegio
navegar.
Honor a quien honor merece.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2022-05-07
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