… ♫Imagine there's no heaven.
It's easy if you try♫…
John Lennon
¡Imaginen! Porque de eso se requiere mucho en estos
viajes por el tiempo. Si desean ganarse un boleto deben tener mucha imaginación
o simplemente creer que solo se trata de un sueño. Bueno, más bien una pesadilla
en este caso que hoy les traigo.
Imaginen que llegan a la Terminal de Ómnibus de La
Habana y compran un boleto para viajar con destino al pueblo de Aguada de
Pasajeros, antigua capital del “Choripán”. El viaje lo realizarán en aquellas
atrevidas guaguas checas nacidas cerca de los montes Cárpatos y bien distante
de cualquier puerto marino. Curioso, ellos tenían barcos. Para que sus
imaginaciones sean mas exactas, piensen por un instante que viajan dentro de un
pepino con seis ruedas y ventanillas, eso es todo.
¿Ya se montaron en esa máquina del tiempo? Ahora
regresen a tierra nuevamente y lancen su ancla en el fondeadero del puerto de
Hungnam- República Popular Democrática de Corea (RPDC, en coreano: 조선민주주의인민공화국).
¡Señores, acaban de arribar al infierno!
-Puente, aquí Proa. Grillete número 4 ahogado y
llamando de proa.
-Proa, firme la cadena y retira maniobra hasta nuevo
aviso. Segundo Oficial, diríjase a la escala real para recibir a las
autoridades y condúzcalos al salón del Capitán.
-¡Oká, puente! Firme la cadena y me dirijo a la
escala real a esperar por las autoridades.
-¡Atencion a la tripulación! Deben dirigirse a sus
camarotes y permanecer en ellos hasta que se les realice el sondeo. Fue la voz
del Capitán.
Transcurriría mas de una hora desde que lanzamos el
ancla hasta que un soldado coreano acompañado por un perro Pastor Alemán
penetraran en mi camarote. El animal detuvo su mirada cuando se cruzó con la mía
y lo comprendí, se excusaba por la penosa labor que realizaba. Olfateó con
vagancia y le comunicó a su amo que no había nada importante dentro de aquellas
cuatro paredes. Otro individuo, el que controlaba las labores del perrero, se paró
casi militarmente a unos centímetros de mi buró y abrió la gaveta superior,
pero su vista se desvió hacia un tocadiscos Sanyo que había comprado en Tokio y
yo mantenía sobre el buró para escuchar algunos de los discos falsificados
comprados en Hong Kong. Volvió a cerrar la gaveta sin mirar su contenido, yo no
le quitaba la vista de encima, me mantuve muy atento al movimiento de sus manos.
La gente preñada de necesidades son hábiles prestidigitadores y estos tenían
mucha similitud a los guarda-fronteras de la isla, cargan consigo cuatro varas
de hambre y necesitan de todo. Ya había tenido amargas experiencias en La
Habana por ser demasiado confiado, no se podía creer en ninguno de ellos, solo
los perros eran honrados. Unos años mas tarde vi la repetición de esta película
en Bulgaria, Rumania y la Unión Soviética, todos tenían el mismo modus operandi.
No cabía la menor duda de que se habían graduado en la misma escuela, tenían el
mismo estilo y rostro.
-Atencion a toda la tripulacion, ocupando puestos de
maniobra. Se les informa que una vez atracados nadie puede bajar a tierra y los
oficiales de guardia deben portar su pasaporte cuando bajen a observar los
calados. Esta vez fue la voz del Primer Oficial Luis R. del Valle.
No cabía una sola gota de tristeza en aquel sucio
muelle donde reinaba el color negro, no escaparon los charcos de agua oscura y
tal vez pestilentes que no servían para reflejar nada, ni al cielo. La gente
vestía igual, la mayoria con uniformes de color azul prusia, otros de gris y
verde olivo los militares que velaban sus movimientos. Unos jóvenes y quizás
activistas políticos, se encargaban de colocar enormes bocinas de corneta muy
próximas a nuestra superestructura. Minutos más tarde nuestra paz era destruida
por una repulsiva y estridente música que se escuchaba en dosis de himnos,
aplausos, consignas, etc. Aquella indecente bulla lograba penetrar cada rincón
de nuestra superestructura y neutralizaba cada intento por escuchar algo
diferente en nuestros camarotes.
La vida se transformó en pocas horas en un verdadero y
monótono calvario solo interrumpido por las largas
pitadas de una locomotora a vapor, la encargada de mover los vagones de carga
en la medida que se iba embarcando la mercancía traída. No se nos permitía
darle mantenimiento al casco del buque, también estaba prohibido pescar, tal
vez fuera para evitar que se midiera la profundidad de sus aguas. Aquel
encierro en un pais que solo contaba con un canal de televisión, el que trasmitía
a determinadas horas del día y la mayor parte de ese tiempo era dedicado a la
figura del “Gran Líder” Kim Il Sung, luego convertido en el “Presidente Eterno”,
era lógico que deteriorara el estado de ánimo de cualquier tripulación. Muy
cercano al puerto existía una elevación donde se observaba lo que sería un
emplazamiento de cañones antiaéreos, batería que siempre mantuvo el mismo ángulo
de elevación en sus cañones y nunca realizó zafarrancho de ataque aéreo del
eterno enemigo imperialista. Esa calma y rígida inmovilidad la supieron guardar
durante muchos años, pude comprobarlo quince años mas tarde.
Como nos portábamos bien, eso pienso, nos permitieron
bajar a un terrenito muy cercano al muelle de carga para jugar pelota. Mas
adelante, transcurrirían unos diez días desde nuestra llegada, se nos permitió
ir hasta el Seaman Club. Este se encontraba a solo unos doscientos metros del
buque y siempre dentro de las instalaciones portuarias. Se nos advirtió bien
claro que bajo ningún concepto podíamos salir a la calle. ¡Vaya hermanitos que
nos echábamos! Por nada del mundo coreano alguno podía acercarse a nosotros o
tratar de establecer conversación. No podían hacerlo por varias razones; Solo
hablaban su lengua, eran fuertemente vigilados y entre ellos, como sucedía en
Cuba y todo el campo socialista, debían tener infiltrado algún chivato. Ese
miedo o pánico silencioso sentido por ellos, era el mismo que ha existido en la
isla desde 1959.
Los buques aun no contaban con aparatos de
videocaseteras y las películas que se ofrecían a la tripulación, eran
proyectadas mediante el uso de aquellos aparatos rusos que hacían mas ruido que
un tractor. Las películas suministradas no superaban las cinco o siete para
esos largos viajes, recuerdo que el operador de aquel tareco ruso era un
engrasador del partido llamado Lorenzo, un mulato bajo de estatura y con
huellas de un terrible acné juvenil. Era un individuo para temer o mantener
alejado, como que las experiencias con seres bautizados o inscriptos con ese
nombre no fueron muy agradables que digamos posteriormente. Ya habíamos
repetido aquellas pocas y aburridas películas, casi todas rusas y la mente de
cualquier joven trabaja febrilmente en busca de algún entretenimiento en medio
de aquella horrible prisión. Fue así como un día y mientras la locomotora de
vapor con su caballo alado pegado en la parte delantera y un cuadro del gran
líder en el centro de la cabina. Además de estar decorada con varias banderitas
rojas, las que muy alegres revoleteaban al compás del viento y los himnos que
se escuchaban de las enormes bocinas. Mientras aquel enorme tareco pasaba junto
al portalón, se me ocurrió la brillante idea de hacerle señas al operador de la
locomotora para que sonara el pito y que les cuento, aquel viejo artefacto sería
de marcha muy lenta, pero el pito le funcionaba muy bien, nos estremeció a
todos. Pudimos observar el rostro de satisfacción de aquel posible militante
coreano y la solicitud no se hacía esperar mucho cada vez que pasaba junto a
nosotros. Muchas veces pitaba sin nosotros pedírselo y saltábamos asustados por
la inesperada sorpresa. Créanme que le agarré el gusto a esas ya familiares
pitadas y se me fue la mano, yo le hacía la misma señal al operador de
madrugada y el tipo, además de comprender nuestra solicitud, pitaba muy
emocionado, como tratando de cumplir una tarea de su partido. La gente cuando
se encuentra estresada es de sueño muy liviano y para que contarles, el Primer
Oficial me llamó la atención y se me jodió el entretenimiento.
-Casañas, ya no eres timonel, perteneces a la
oficialidad de este buque y no acabas de dar ese salto que necesitas para tener
éxito en tu profesión. No puedes ser cowboy y continuar pensando como indio,
muchos de ellos se aprovecharán de esta debilidad tuya y la explotarán. Luego,
cuando mas los necesites, te traicionarán y comprenderás de una vez el tiempo
que perdiste. Del Valle aprovechó la oportunidad de llamarme la atención por mi
jodedera con el pito de la locomotora para decirme unas palabras que tuvieron
vigencia durante los años que me mantuve de oficial. No sabe cuánto se lo
agradecí, nadie imagina el dolor que se siente al ser traicionado por los suyos,
los mismos que trabajaron codo a codo contigo y por quienes te propusiste ser
su defensor. Tuve que rectificar mi postura y situarme en el lado que había
elegido cuando estudié, ya no era indio y me perjudicaba continuar pensando y
actuar como tal.
No valía la pena bajar al Seaman Club, no tenía nada
que sirviera de distracción y la cerveza era pésima, todo era muy caro y las
posibilidades de hacer pacotilla eran nulas. Solo sirvió de atracción, pero por
un solo día, haber descubierto una bebida coreana que tenía una culebrita
dentro de la botella. ¡Nada extraordinario y que provocara desvelos! El mismo
truco de la Guayabita del Pinar, luego probé esa bebida y no valía la pena
gastar un solo centavo en ella. No recuerdo en qué gastamos el poquito dinero
que nos dieron, como tuvimos asignado este puerto de carga, recuerdo que nos
adelantaron parte de la plata en Hong Kong, que no era mucha tampoco, recuerden
que ganábamos $5.00 dólares a la semana.
Hasta Hungnam llegó un día el embajador cubano y las
autoridades políticas locales le organizaron un banquete para no sé cuántas
personas en el restaurante del Seaman Club. La chicharronería tiene el mismo
mecanismo de funcionamiento en todos los países comunistas y Corea, aunque
aislado, no dejaba de ser la misma porquería. Fui uno de los invitados al
mencionado evento junto a parte del mando y la gente de las tres letras, ya les
mencioné que yo pertenencia a la UJC por obra y gracia del Espíritu Santo. Si
digo lo contrario sería un malagradecido, la cena estuvo estupenda y abundó la
bebida, allí probé el trago de la culebra. En la mencionada cena el embajador
les solicitó permiso a las autoridades locales para llevar a un pequeño grupo
de la tripulacion a una excursión por la capital del país, Pyongyan. No creo
hayan sido muchos los marinos que disfrutaran de ese privilegio antes o después
de nuestra visita. Estamos hablando de un pais herméticamente cerrado a los
extranjeros.
Imaginen ahora que viajan en el vagón de un tren
dedicado exclusivamente a extranjeros, solo estaba ocupado por nuestro grupo y
fuertemente custodiado. Por el pasillo no cruzó un solo pasajero coreano
durante todo el trayecto realizado en horas de la noche, no se veía
absolutamente nada hacia el exterior, solo algún bombillito perdido en la
negrura de aquella absoluta oscuridad, como si se tratara de una luciérnaga
siempre volando en dirección contraria a la nuestra. La cabina estaba dispuesta
para dos personas y además del asiento con una mesita, donde había dos botellas
de agua con gas, si no me equivoco tenían el nombre de Zaida y un termo con Té
verde sin azúcar, sobre nuestras cabezas existían dos camitas tendidas con
sabanas muy limpias. A menudo abrían la puerta con cualquier pretexto y se
excusaban en coreano, debo imaginar que se tratara de eso.
Llegamos a la estación de Pyongyang al amanecer y
tampoco pudimos ver mucho de la ciudad por esta vía. Una vez en un amplio salón
de la terminal dedicada al uso de exclusivo de extranjeros, se nos presentó un
funcionario cubano de la embajada y de paso nos hizo saber que el coreano que
lo acompañaba sería nuestro traductor durante los tres días que duraría aquel
tour. Después del protocolar Té de bienvenida fuimos conducidos en un microbús
hasta el hotel donde nos hospedaríamos, que resultó ser el Hotel Pyongyang, si
no me equivoco, el mejor de los pocos existentes en aquellos tiempos.
Hotel "Pyongyang" donde estuvimos hospedados, el mejor de aquella época.
El lobby del hotel se encontraba totalmente vacío,
aparentemente nosotros seríamos los únicos extranjeros que se hospedarían en
él. Nos pidieron, eso nos lo dijo el traductor, que nos pusiéramos de acuerdo
entre nosotros para elegir al compañero de habitación, nos hospedarían a dos en
cada una de ellas. Sentados en el lobby y disfrutando de un Té verde sin azúcar
de bienvenida, Cancio, quien ocupaba la plaza de Segundo Maquinista, me propone
compartir la misma habitación y no lo rechacé, era buena persona. Cancio vivía
en el poblado de Casablanca y en aquellos instantes atravesaba una situación
emocional bastante delicada por problemas matrimoniales. En el buró nos dieron
la llave de la habitación y nos informaron que dentro de unos minutos nos
ofrecerían el desayuno antes de partir al punto inicial de aquel tour, imagino
que aburridamente estudiado y planificado. Apenas intercambiamos palabras
cuando entramos a una confortable, pulcra y bien decorada habitación. Observamos
entre las dos camas un cuadro a relieve del Gran Líder con suficiente espacio
para albergar un micrófono, la paranoia de espionaje no contemplaba todavía la
existencia de cámaras, pudieron existir en ese país, no lo dudo, solo que no éramos
tampoco objetivos de interés. Una vez
fuera de la habitación, Cancio y yo acordamos hablar solamente de temas sin
importancia cuando nos encontráramos dentro. Estábamos muertos de hambre y el
desayuno, muy al estilo coreano, fue abundante, variado y aceptable. Nuestra
primera visita, planificada para esa mañana sería al Museo de la Revolución Coreana.
El monumental museo se encontraba presidido por una
estatua del “Gran Líder” Kim Il Sung con una altura de 22 metros. A cada lado
del inmaculado monumento hay figuras de personas representando la lucha contra
los japoneses (Corea fue colonia de Japón durante unos 35 años) a la derecha
del Presidente Kim Il Sung y contra los americanos (durante la Guerra de Corea)
a su izquierda. Hay más de 200 esculturas formando los grupos escultóricos
situados a cada lado de la estatua del líder, cada persona con una altura media
de cinco metros de altura y se extienden más de 200 metros.
Gigantesca estatua de Kim Il Sung en la fachada del Museo de la Revolución Coreana en Mansudae, Pyongyang.
El gigantesco Museo de la Revolución Coreana tiene nada
menos que 4.5 kilómetros de superficie total y créanme, es agotador recorrerlo
totalmente en un solo día. Al tratar de hacerlo, ser atropellan imágenes,
sonidos y representaciones animadas de batallas importantes. Lo mas destacado
de ese museo es el profundo culto a la personalidad contenido en su interior,
todo lo allí expuesto, al menos el 90%, son creaciones del gran líder,
incluyendo no se sabe cuantos cientos de libros escritos por él. Luego de
recorrer casi todos sus espacios guardando un silencio sepulcral, solo roto por
las detonaciones producidas en las representaciones animadas de alguna batalla
dirigida por el Gran Líder, finalizas el recorrido mas confundido de lo que
estabas antes de entrar. Te surge o martilla en la mente una pregunta que no
eres capaz de formular al traductor; ¿Solo un hombre fue dotado de inteligencia
en este desdichado pais? La respuesta que me darían ya la imaginaba; ¡Si!,
todos los demás eran simples carneros privados de mente y condenados a obedecer
y amar a su líder por encima de todas las cosas.
Viajábamos de regreso al hotel extendiendo en el microbús
el mismo silencio guardado en aquel monumental museo, no de la revolución coreana,
mas bien de Kim Il Sung. Almorzamos y nos dieron una hora de descanso antes de
partir a un punto algo alejado de la ciudad. La próxima visita fue a una
supuesta granja agrícola, donde entre otras cosas, se empeñaron en mostrarnos
las condiciones de vida de los campesinos en aquel paraíso socialista. Solo
maravillas y cifras de super producciones por años se escuchaban, y como era de
esperar, nos pasaron a un saloncito, donde nos mostrarían algunos productos
logrados en la granja por las recomendaciones del Gran Líder. Pensaron ellos,
imagino, que nosotros éramos tan tontos como su gente y nos tragaríamos así de fácil
todo lo que nos decían. No les pasaba por la mente a los guías de cada sitio visitado
que esas películas las veíamos diariamente en el Noticiero Nacional de Televisión,
espacio dentro de la isla donde nunca faltaba nada, se sobre cumplían todas las
metas y los productos eran de excelente calidad. Para culminar nos llevaron a
la casita de un granjero para mostrarnos su interior y allí estaban aquellos
elegidos con esa sonrisa eterna que no muestra alegría.
-¡Pinta, pinta! Me dijo bajito Morejón cuando
estuvimos cerca del televisor expuesto en el mobiliario de aquella confortable
vivienda. Como por arte de magia y sin ponernos de acuerdo, todos decidimos
utilizar el argot de nuestro bajo mundo para dejar perdidos a los traductores y
guías.
-¡Asere! ¿Qué pinto? Estoy botao. Fue mi respuesta
cuando le hice un examen visual al televisor.
-¡De verdura que no estas en na! Pinta que no tiene
tomacorrientes cerca y tampoco cable de antena.
-¡Coño, Cirilo Villaverde! Estos narritas son la
trampa para marearte, se ve que tenemos buena escuela.
Esa tarde cenamos opíparamente y al salir del restaurante
le pregunté al traductor si podía caminar por la calle. Antes de responderme me
sometió a un pequeño interrogatorio donde a veces el mismo respondía sus
preguntas, se apartó de nosotros por unos minutos y lo observé consultando con
otro de los tantos empleados del hotel, posiblemente un seguroso. Regreso y me respondió
afirmativamente, entonces invité a Cancio a estirar un poco las piernas.
Saliendo del hotel éramos seguidos por un individuo, despues de andar unos cien
metros nos seguían dos y cuando divisé a otros que nos esperaban en el trayecto
por andar, decidimos regresar nuevamente al hotel para evitar que movilizaran a
una caravana de agentones. ¡Coño, y eso que éramos hermanitos!
El desayuno fue bien fuerte y bien recibido, lógico que
así fuera cuando no existía la posibilidad de merendar algo antes de ir a la
cama. ¡Oh! Antes de que se me olvide, aun habiendo cerrado la puerta de la habitación
con su pestillo, ellos la abrieron de madrugada y entraron a inspeccionar.
Imagino que le pasaría a cualquier pareja que se encontrara haciendo eso, buen
susto ante un acto sorprendente e inesperado. Pero, bueno, solo se trata de una
imaginación o suposición, el hotel se encontraba totalmente vacío. Continúo preguntándome
en que gastaban las horas esa gran empleomanía existente.
El Guía nos comunicó en el lobby que hoy visitaríamos
uno de los lugares más sagrados en Corea del Norte, el sitio donde naciera el “Gran
Líder” Kim Il Sung, quien naciera el 15 de abril de 1912 en Mangyongdae, Pyongyang,
Corea del Norte. Alertado quizás por sus superiores o tal vez desde la misma
embajada cubana sobre el carácter jodedor de nuestra gente, el traductor nos
hizo algunas advertencias sobre el comportamiento que debíamos mantener en
aquel santuario donde naciera el líder coreano por obra y gracia del espíritu santo.
Cualquier infracción sería severamente castigada, ya deben imaginar el aire
angelical que nos acompañaría durante el largo recorrido.
Mangyongdae, sitio donde se encuentra el pesebre en el que naciera el niño Kim.
En un capítulo reciente manifesté que los chinos eran
especialistas en el arte de falsificar o copiar todo, los coreanos, no. Tal
parece que ese arte no es dominado por todos los asiáticos y en el caso coreano
era frenado cualquier intento por la ideología “Juche” promulgada por el “Gran Líder”,
donde se expresaba en uno de sus capítulos; “Lograr el desarrollo económico del
país sin ningún tipo de dependencia con el exterior” (Tal vez escrito con otras
palabras). Tal fue el grado de desarrollo e independencia lograda que, aun en
esos años se fabricaban aquellos camioncitos rusos que rodaron en Cuba, me
refiero a los GAZ-63, pero fabricados artesanalmente y con los techos de la
cabina sostenidos por algunos puntos visibles de soldadura. ¡Eso, sí, mostrando
con orgullo al caballo alado de Chullima y la imagen del “Gran Líder”! Sin
embargo, creo que todo el éxito en el campo de la falsificación, lo emplearon
en la fabricación de aquel santuario donde nació el “Gran Líder”. Si la virgen María
hubiera tenido algo rasgados los ojos, pueden estar convencidos de que la
hubieran declarado la “Gran Madre o la Madre Eterna” del Gran Líder y de la
Patria, porque hasta esos extremos llega el fanatismo, ceguera y culto a la
personalidad profesada en Corea del Norte hacia el “Presidente Eterno”.
Nació en un pesebre igualito que el niño Jesús y no
se te ocurra decir nada. Ya sabes la suerte que podías correr y no te cuento
del ciudadano común coreano, quien cualquier acto de rebeldía era suficiente motivo
para condenar hasta dos o tres generaciones de su familia. Yo solo observaba en
silencio los rostros de los militantes que formaban parte del grupo y les hacia
mentalmente la misma pregunta a todos; ¿Es esta la mierda que ustedes desean
para nuestro pais?
-¿Por qué se encuentra cercado ese árbol? Alguien le
preguntó a la guía que nos acompañaba.
-Porque en ese árbol, la madre del venerable Gran Líder,
el camarada Presidente Eterno Kim Il Sung, columpiaba a nuestro guía cuando era
un niño. No era solo escuchar aquella alucinante explicación sobre la cerquita
que rodeaba a un árbol común y corriente, se trataba del tono celestial usado
por la guía para referirse a una deidad divina que iluminaba a millones de
almas y era capaz de conducirlas al suicidio para elevar su alma hasta la luz infinita.
¡Para cagarse, queridos amigos! Me perdonan, pero no puedo expresarlo de otra
manera, cualquiera se encabrona ante disparates de este calibre y aun hoy,
cumplidos 51 años de aquel recorrido, me hierve la sangre al recordar que en la
isla existieron parientes que no me creyeron lo que yo les contaba.
-¿Por qué se encuentra cercado ese pedazo de césped?
Quiero pensar que no fui yo quien le hizo la pregunta a la consagrada guía de
aquel sagrado monasterio coreano.
-Porque cuando niño, nuestro Gran Líder peleó con
otro niño japonés en ese lugar. Si nuestro gran animador y comentarista Armando
Calderón nos hubiera acompañado en aquel recorrido, estoy convencido de que lo
hubieran fusilado y en ausencia de sus generaciones familiares, quizás nosotros
pagaríamos por ellos. ¡Que tronco de disparate! Despues de recorrer en su
totalidad aquel sagrado recinto, regresamos, gracias a Dios, al hotel. Ya tenía
deseos de regresar al buque, estaba cansado de escuchar tantas soberbias estupideces,
necesitaba escuchar el disco de Tom Jones comprado en Hong Kong o el de The
Beatles. ¡Ojalá que a Orlando del Río le quedara al menos un trago de ron en el
camarote para digerir todo esto!
Después de la opulenta cena, esta vez fue un banquete
ofrecido por la embajada cubana en Pyongyang y a la que asistieron varios
miembros del cuerpo diplomático, nos anunciaron que asistiríamos al Pyongyang Grand Theatre. No nos quedaba muy lejos, creo que solo debíamos cruzar
una amplia avenida al frente del hotel por donde no transitaban autos, tampoco
bicicletas o personas a pie. Imagino nos encontrábamos en lo que en la isla se
conoce como “zona congelada” (y no por el frio).
Pyongyang Grand Theatre, donde disfrutamos la opera "La Florista"
Nunca en mi vida había sentido tanta pena o vergüenza,
por la mente no me hubiera pasado que mi presencia sería usada para humillar a
personas que nacieron en ese país. Nosotros seguíamos a un guía o acomodador de
aquel gran teatro que llegó hasta la primera fila y con solo una señal le ordenó
a un grupo de personas que se levantaran y abandonaran sus asientos. Ellos
obedecieron mansamente la orden recibida y no se atrevieron a mirarnos el
rostro. ¡Que pena! ¡Que dolor! ¡Que humillación! Años mas tarde esa misma situación
la vivió un amigo mío, al que obligaron a entregar la habitación donde
disfrutaba su Luna de Miel en el Hotel Habana Libre para darle entrada a una
persona de la “Comunidad Cubana en el Exterior”. Mi amigo se reveló y lo
amenazaron los miembros de la Seguridad del Estado. Al menos sobrevivían rasgos
de rebeldía en nuestra gente, un tiempo mas tarde, no tanto, aquellos síntomas de
hombría fueron asesinados.
Estoy confundido ahora y no recuerdo exactamente cual
que el titulo de aquella maravillosa obra. Es que asistí a dos y ambas eran
ellas, una fue en China y la otra en Corea. Sus títulos fueron “La Linterna
Roja” y “La Florista”, creo que esta última fue la coreana. Se trataba de un
drama muy bien explotado para manipular los sentimientos humanos y durante su ejecución,
los coreanos sentados a nuestra espalda o lados lloraban a moco suelto. Era
indudable que nos encontrábamos rodeados de victimas a las que ya les habían vaciado
el cerebro. Durante el intermedio de aquella magnifica opera fuimos conducidos
a un salón destinado exclusivamente a extranjeros, donde nos ofrecieron un Té
de cortesía.
-¿Ustedes no lloran ante las manifestaciones de dolor
mostradas en esa ópera? Preguntó el traductor a
cada uno de nosotros individualmente, ¡claro!, cumpliendo órdenes de sus
superiores. Las respuestas fueron muy variadas y en dependencia del nivel
educacional o cultural de las personas. La mía fue muy parca, no deseaba
extenderme mucho en un tema que me molestó desde el momento que levantaron a
los coreanos para sentarnos a nosotros. “Yo solo lloro ante mis muertos”.
Curiosamente esa misma respuesta la di quince años mas tarde atracados en el
mismo puerto y gobernando el hijo de Kim Il Sung.
Al día siguiente y después de desayunar nos pasearon
primero por algunas partes seleccionadas de la capital. Nuestro primer punto de
contacto fue la estatua del caballo alado de Chullima y más tarde, abundante de
un esmerado orgullo, nos fueron mostrando una ciudad donde predominaba una
arquitectura aburrida y monótona. Muy limpia, pero parecida a lo que sería
después el barrio de Alamar en La Habana y copia de barrios similares en
Bulgaria, Unión Soviética, Rumania, etc. Dos horas más tarde recorreríamos un extraordinario
zoológico solo concebido en la mente del “Gran Líder”, conteniendo en sus
jaulas a animales con historias muy curiosas e interesantes. Por ejemplo, la guía
nos mostró a un elefante que le regaló el Tío Ho Chi Min al sobrino coreano.
Nos contó ella con esa voz divina y angelical poseída por todas, que aquel
elefante había sido “Héroe en la Guerra de Dien Bien Phu”. Parece que el animal
conservaba, muy a pesar de los años transcurridos desde aquella batalla (1954)
y nuestra visita al zoológico, aquella vitalidad sexual de su juventud. En los
precisos momentos en los que la guía nos hablaba sobre expediente guerillero
del elefante vietnamita, el animal intentaba treparse encima de una joven
elefanta en celo y de sus entrepiernas salía un pedazo de tronco o poste eléctrico.
Nosotros nos reímos y ella, pobrecita, se sonrojó.
Se dice que los elefantes en el zoológico son uno de sus principales atractivos, todos los elefantes son descendientes de una familia de un "elefante héroe" obsequiada a Kim Il-sung por Hồ Chí Minh en 1959. (Nota tomada de Wikipedia)
-Este cocodrilo fue un regalo especial del líder cubano
Fidel Castro Ruz a nuestro Gran Líder Kim Il Sung. Nos expresó con toda la
solemnidad del mundo y le ahorré hacer el ridículo ante nosotros.
-…Y combatió en Playa Girón zampándose de una vez a
diez mercenarios…
-¿Qué dijo usted? Pregunto ella con mucho interés.
-¡Nada! Disculpe, solo pensaba en voz alta. Después
nos llevó hasta una jaula donde se exhibía a un papagayo que, según ella, tenía
unos 80 años y hablaba 20 idiomas. Le dijimos unas cuantas malas palabras
nuestras y el animal las repitió para demostrarnos que dominaba el español.
Cuando terminamos de recorrer aquel magnifico zoológico diseñado por el Gran Líder,
regresamos al hotel para bañarnos, comer y prepararnos para el regreso nocturno
al puerto de Hungnam.
Una vez en el barco le conté a los amigos mas
cercanos y confiables sobre aquella experiencia. Creo haber orado para que esa
pesadilla no llegara a la isla, solo que mi mensaje no fue descifrado o no pudo
escucharse. Resultaba increíble al nivel de fanatismo, miedo, fe perdida y esperanzas
evaporadas a las que condujeran con esa diabólica ideología al pueblo coreano.
Todo era un globo mal inflado que aun hoy se encuentra blindado resultando
imposible pinchar, el daño actual es mucho mas grave, los seres de ese pais
deben actuar como individuos de mentes vacías y voluntades huecas que solo
responden al llamado de sus amos.
Kim Il Sung fue un producto elaborado en la Unión Soviética
y desde allí le fabricaron o inflaron una historia para imponerlo en Corea y
les sirviera a sus intereses. El tal Kim nunca combatió, como dicen algunos libros
de historia en la guerra contra los japoneses. Todo es una película muy
parecida a la rodada en el Caribe y según se comenta, fabricada por la CIA. El
tipo que reposa en el seboruco de Santa Ifigenia tampoco combatió en guerrita
alguna y la única vez que pudo sumarse un poquito de gloria, el auto en que
viajaba se perdió cuando se dirigía al Cuartel Moncada por no poseer GPS. Una
vez en el poder el del lado de acá, se dedicó -como Kim- a la eliminación de
todos sus opositores y disidentes. No puede negarse que se formaron en escuelas
parecidas y después le pasaron el balón a su familia como si se tratara de una
corona heredada.
Regresé a Corea del Norte durante el gobierno del
incompetente y déspota Kim Jong Il. La situación había empeorado al extremo de
que murieran mas de dos millones de coreanos por hambre. Todo se mantuvo en
silencio hasta que la situación fue insostenible y obligó al dictador a
mendigar alimentos. Sin embargo, existió oro para enchapar la estatua de su
padre, oro que se vieron obligados a retirar ante el enojo y reclamos de China
por malgastar la ayuda que se le estaba brindando.
Gigantescas estatuas de Kim Il Sung y Kim Jong Il en la fachada del Museo de la Revolución Coreana en Mansudae, Pyongyang.
Hoy pueden verse documentales de una Corea que muestra
rascacielos, la gente mejor vestida y una marcada diferencia de clases entre
los que tienen el “privilegio” de vivir en la capital y los del interior del
pais. La estatua con unos 22 metros de altura que adorna el Museo de la Revolución Coreana fue modernizada y acompañada con una estatua de su sucesor e hijo. Ese
pueblo necesita que el museo cuente con tres estatuas para que finalmente
puedan un día aplicarles un ajuste de cuentas en nombre de todos los muertos producidos por esos
asesinos y su criminal ideología.
Imagino que desciendo del pepino con ruedas en el que
viajé parado desde el pueblo de Amarillas hasta La Habana, ese fue el precio pagado
por ir a visitar a una noviecita en 1967. Imagino que me bajo hoy de esa incómoda
guagua en la que he viajado más de medio siglo a refrescar malos recuerdos, me
tomé una breve pausa para ver un eclipse total de sol. El próximo ocurrirá cuando
yo me encuentre en otra dimensión y nadie recuerde nada, como le ha sucedido al
pueblo coreano y al cubano.
… ♫Imagine
there's no heaven.
It's easy if you
try♫…
…♫You may say I'm a dreamer
But I'm not the
only one.
I hope someday
you'll join us
And the world
will be as one♫…
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2024-04-08
xxxxxxxx